miércoles, 30 de enero de 2019

Cómo me veo. Cómo me ven.


¿Quién somos realmente?
¿Somos como nos sentimos o somos como nos ven?



“¡Bien Bea! ¡Estas hecha una Maradona!”

¿Sabrá Bea quien fue Maradona?

Por la cara que le ha puesto a su tío creo que no. Más bien sabe quién es hoy Maradona…

Para Pepe, decirle a Bea que es una Maradona es uno de los mayores cumplidos que le puede hacer, Bea es una excelente futbolista. Pero está claro que Bea no identifica “estás hecha una Maradona” con un cumplido.

Con sus trece años seguro que se identifica con Torres o con Griezmann, los ídolos de su equipo. Seguro estoy que conoce la alineación de cada partido de su Atlético de Madrid y que las recordará durante mucho, mucho tiempo.

Pepe, con sus cincuenta años, recordará, con toda seguridad, las alineaciones del Barça de cuando él tenía la edad de Bea. De cuando Maradona era el mejor jugador de su Barça y de España. Seguro que recita, si dudar ni un solo jugador, la alineación del partido en el que Maradona fue ovacionado en el Bernabéu en junio de mil novecientos ochenta y tres.

Pepe sigue sintiendo ser aquel niño que idolatraba a sus héroes futbolísticos. Sus recuerdos siguen anclados en la que fue su etapa preadolescente y, seguro estoy de ello, se ve a sí mismo como aquel niño de ilusiones infinitas.

¿Cómo vemos los demás a Pepe? ¿Cómo lo ven sus amigos?

¿Cómo lo habrán visto sus quintos en la celebración que hicieron el verano pasado en su pueblo?

Me contó que, después de cenar y de haber tomado un par de copas, se sentó a observar un rato como los demás se relacionaban entre sí. Algunos llevaban años, incluso decenios, sin verse. Se sorprendió de ver a sus cincuentones amigos interactuando como cuando aún no tenían veinte años, cuando aún eran aquellos posadolescentes que cortejaban a las chicas que deseaban, hoy mujeres. Se sorprendió de ver de nuevo aquellos ademanes de conquista por parte de ellos y aquellas miradas picaronas de ellas hacia ellos.

Me contó que recordaba las conversaciones de ese día con sus congéneres como si el tiempo no hubiese pasado en los últimos treinta o treinta y cinco años. Que poco a poco fueron surgiendo los lazos de amistad que tenían cuando gozaban de esos quince o veinte años. Y que también aparecieron las rencillas, los deseos, los amores… que entre ellos y ellas surgieron en aquella etapa en la que se estaban formando como personas adultas.

Hoy Pepe anima a Bea comparándola con Maradona.

Quizás todos nos sentimos muy cerca de quienes fuimos cuanto teníamos entre quince y veinte años.

Los demás nos ven como aparentamos ser hoy.

¿Quién somos realmente? ¿Somos como nos sentimos o somos como nos ven?

Ahí va de nuevo Bea… ¡Qué bien juega!