sábado, 27 de julio de 2019

¿Dónde están mis musas?


En verano y con la calor
hasta las musas se duermen.


¿Y qué escribo?

Mi compromiso es claro: Al menos un relato al mes.

Se me está acabando el tiempo…

¿Y qué escribo?

La inspiración no aparece. Y mi compromiso es claro… ¿Tendré que demandar a mis musas?

¡Ya tengo culpable! ¡Mis musas están conspirando para que no cumpla mi compromiso!

Pero ideas tengo…

Tengo vivencias que puedo transcribir, con los adornos correspondientes, y publicarlas. Pero mi estilo no es el del relato de una secuencia de sucesos. No. Mi estilo es el pensamiento de una persona que dura el tiempo que dura la lectura de mi escrito.

¡Y ahí es donde mi inspiración me está vendiendo! ¡Las musas conspiran contra mí!

Me viene a la memoria aquella canción de Aute: “Las musas” ¡Ay las musas!

Tengo temas… Muchos temas…

La reunión lúdico festiva con los amigos para recordar “Aquellos maravillosos años”. El veintiséis aniversario de mi boda. La salvación de la cabeza de la Virgen. La vecina y su relación con su ex. La procesión del 14 de septiembre con el Cristo. El fusilamiento de un padre en un pueblo de Teruel mientras su hijo, escondido en un arroyo cercano, presencia horrorizado el crimen. Las múltiples historias que me cuentan mis clientes Mis discusiones de pareja… Y vuelve Aute (las musas deben estar con huelga de celo): “Quiéreme”.

Yo he de ponerme en los zapatos de uno de esos personajes y ver el mundo a través de sus ojos y poner, negro sobre blanco, lo que ese personaje siente durante poco más de dos minutos. Pero claro, si la inspiración no aparece, si mis musas se han dormido… ¡Pues no hay relato!

Huelo a tabaco... Seguro que la vecina está fumando…  Se ha debido abrir la puerta del patio.  Con lo que me molesta el humo… ¡Me hace daño! ¡Noto como irrita mis pulmones! Hala… ¡A cerrarla!