El
amor…
Esa
poderosa medicina.
¿Hechizada? ¿Estaré hechizada?
Desde hace años no siento ser la misma que era.
¿Será mal de ojo? ¿Será un embrujo? ¿Serán las hormonas?
No sé que puede ser, pero no soy yo.
Me siento como Odette en su lago. Recobro mi verdadero ser a
ratos. En otros momentos no soy yo, aunque siga siéndolo.
Como Odette…
Y a estas horas es cuando peor me siento, al acostarme me invade el desasosiego.
Odette durante el día era un cisne blanco. De noche
regresaba a su lago y con su forma humana recobrada lloraba su desdicha. Su lago
era un lago de lágrimas. La mías empapan mi almohada. Yo también lloro de
noche…
En ambas formas era ella, pero no era ella en ninguna de las
formas.
¡Pero Odette lo consiguió!
¡Ella consiguió librarse del embrujo de Von Rothbart! Se
libró del embrujo que sin motivo el malvado nigromante le lanzó.
El príncipe de corazón puro y enamorado sinceramente de ella
le ayudó a superarlo. El amor es la medicina para estos males no catalogados
como tales. Por mí sé que luchan mi príncipe y mis retoños.
¡Y yo! ¡Yo lucho, peleo, combato contra esta pesadilla que
hace que me transformarme y que me está afectando físicamente!
Me convierto en algo más odioso que un cisne…
Mi piel se cae…
¿Seré un lagarto?
A veces lo parezco…
Pero esa no soy yo.
¡Yo sé quién soy!
¡Soy un cisne blanco que está teniendo una pesadilla!
Y este cisne va a batir sus alas para alejar esta zozobra,
este embrujo, este hechizo del malvado brujo que no me deja vivir.
Mi príncipe cargará su ballesta. Apuntaremos juntos al negro corazón del oscuro
hechicero. El
disparará. Yo batiré mis las alas blancas para acelerar la flecha que hiera de muerte a este doloroso sufrimiento. Acabaremos con él en una noche de luna llena.
Pronto, muy pronto, los dos nos fundiremos en un abrazo de
amor sincero del que emanará una luz blanca y brillante que absorberá la
oscuridad emocional que me rodea y cicatrizará las heridas de mis reales pies.
Reales por que soy una princesa encantada.
El final de la pesadilla está cerca. Lo sé. Mi corazón me lo
susurra, esta noche siento que me arrulla consolándome con su adagio de suaves latidos,
me anima a seguir batiendo mis alas blancas, a no rendirme, a aliarme con mi
príncipe para acabar con este sufrimiento.
Esta noche no lloraré.
Me adormila esta sensación de esperanza, de paz próxima, del amor que espero de mi benefactor…
Hoy conciliaré mejor el sueño...
Al amanecer el sol me traerá su luz, fundirá esta oscuridad y
el sufrimiento se evaporará como se evapora la niebla nocturna para dejarnos
ver el radiante sol.
El brillo del amor me salvará.
Despertaré siendo libre...