domingo, 24 de julio de 2016

Veintitrés

Veintitrés años no son nada y son todo.

Años en los que mi más preciado tesoro has sido tú. Años en los que el paso del tiempo ha reafirmado que nuestra decisión fue, es y será una sabia elección.

Veintitrés es un número que nadie celebra, es un número que parece carecer de atractivo. No es el veinticinco, no es el quince, no es el doce, no es el diez… No, no es un número que llame la atención a los demás.

¡Pero a mí sí!

Veintitrés es el décimo número primo. Y el diez sí que es uno de los números que se celebran. ¿Pues por qué no hacer especial el décimo número primo? En nuestro mundo, en el mundo de tú y yo, ese mundo al que algún amigo denomina “vuestro mundo”, podemos hacer especial lo que queramos porque cómo es nuestro mundo nosotros decidimos cómo es. ¡Por algo es nuestro!

Veintitrés es un número especial, como tú.

Son doscientos setenta y seis meses.

Meses de todas las clases. Algunos muy calurosos en la calma chicha de Talavera. Otros muy fríos en la casita de Olivares. Muchos muy, muy cortos. Pocos un poco largos. Algunos de incertidumbre. Meses de todos los colores. Pero todos, todos, con la certeza de que “sin ti no soy nada, como una gota de lluvia mojando mi cara, mi mundo es pequeño y mi corazón pedacitos de hielo…” como dice mi cantante favorita, Amaral.

Ocho mil cuatrocientos un días. También número primo. ¡Pero no me preguntes que orden ocupa entre los primos!

Días de todos los tipos. Blancos, negros, calientes, fríos, tranquilos, estresantes, risueños, llorosos, tiernos…

¡De todos los tipos!

Días que no me perdería ninguno. Los buenos porque son buenos y los pocos malos porque han sido como catalizadores para que nuestra unión cristalice. Cristalizar es un procedimiento de purificación por el cual se produce un sólido cristalino a partir de un gas, un líquido o una disolución. Y algo sólido es eso, sólido. Como nuestro mundo, el mundo de tú y yo creamos día a día. ¡Y además purificado! Es decir, que eliminamos todo lo que no nos conviene, pese a quien pese.

Doscientas un mil seiscientas veinticuatro horas desde aquella tarde calurosa de julio. Calurosa y ventosa… ¡Pero no hubo tormenta! Esas primeras horas hasta la media noche, esas cinco (también primo) primeras horas, nerviosas, divertidas, alegres… ¿Recuerdas los cánticos de “Los nómadas”?

¡Unos doce millones de minutos! ¡Si fueran de euros! Si fueran de euros no me sentiría más afortunado… La fortuna la tengo a mi lado y eres tú.


Veintitrés años no son nada. Pero lo es todo. Tú eres todo para mí.


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