viernes, 17 de enero de 2020

Buscando la luz

Te necesito.
Nuestro tiempo.


Amor mío, di qué ves si me miras a los ojos. ¿Una luz que se apagó como dos faroles rotos?

¿Cómo quieres que me aclare? Si aún soy demasiado joven para entender lo que siento... Pero no para jurarle al mismísimo angel negro que si rompe la distancia que ahora mismo nos separa volveré para adorarle, le daría hasta mi alma si trajera tu presencia a esta noche que no acaba.

El deseo de vivir es lo que me está matando. La memoria de lo que fui, como plomo en mis zapatos.

Te necesito como a la luz del sol en este invierno frío para darme tu calor.

Y hay un tiempo para creer, tiempo para buscar.

Hay un tiempo para olvidar todo lo que pudo ser y nunca será.

Las canciones que escuché y los labios que he besado. Todo aquello en lo que confié tiene los días contados.

¿Cómo quieres que te olvide si tu nombre está en el aire y sopla entre mis recuerdos?

Sí, ya sé que no eres libre. Sí, ya sé que yo no debo retenerte en mi memoria.

Así es como yo contemplo mi tormenta de tormento.

Así es como yo te quiero.

Y hay un tiempo para existir, en el tiempo que te han dado. Para dejar atrás los fantasmas del pasado.

Te necesito como a la luz del sol. Son tus ojos el abismo donde muere mi razón.

¿Cómo quieres que me aclare? ¿Cómo quieres que te olvide?

Es nuestro tiempo.

Es nuestro tiempo tan extraño y violento…

Parece que es el fin y solo es el comienzo.

Y una vez tras otra vuelvo a escuchar a Amaral. “Nuestro Tiempo”. “Te Necesito”.




lunes, 6 de enero de 2020

Enero siempre es imitado


Jugando con el calendario
se descubren curiosidades.


Enero de 2020. Lejano año al que, de niño, me parecía una quimera llegar.

Y ha llegado.

Es curioso este año.

Octubre siempre repite a enero. Sus treinta y un  días, del primero al último, copian los días de la semana de enero.

Pero no ocurre siempre.

Los años bisiestos, como éste, recuerdan que nada es siempre igual, que cada cierto tiempo es necesario cambiar.

Cambiar para, en ocasiones, volver al origen.

Cambiar para, a veces, no volver la vista atrás.

Cambiar…

Y cada cuatro años enero le es infiel a octubre y se deja duplicar por julio.

Julio, los años bisiestos, exhibe sus números copiando a enero y, durante sus treinta y un días duplica los mismo lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábados y domingos que el mes líder, el número uno, presentó en sociedad. Julio sigue al líder.

Julio, cada cuatro años, recuerda que los opuestos se atraen. Copia a enero sus días de la semana y sube la temperatura recordando que los fríos días de mi invernal enero pueden convertirse en tórridos días veraniegos azotados por olas de calor sahariano.

Este 2020 viene cargado de singularidades.

Es un año bisiesto. Ocurre cada cuatro años.

Año con cifra repetida. Singularidad que sucede cada ciento un años: 1818, 1919, 2020, 2121…

Año bisiesto con cifra repetida. Solo acontece cada cuatrocientos cuatro años. Lo fue el 1616 y lo será el 2424.

Me gusta jugar con los números…

Los que nacimos en 1968 tenemos una singularidad más. Cumplimos cincuenta y dos años en año bisiesto. Los bisiestos son cada cuatro años y cincuenta y dos es cuatro veces trece. Aquellos que sean supersticiosos este año los serán cuatro veces más.

Mis quintos de Villarejo de Fuentes este año vivirán su decimotercer veintinueve de febrero. Yo, por ser el único villarejeño que nací en invierno de 1968, viviré mi decimocuarto día veintinueve de febrero. Les llevo uno de ventaja.

No dejo de ser una singularidad entre mis compañeros de EGB, entre mis quintos, el único que nació en invierno. ¿Una anomalía entre la normalidad?

Este 2020 viviré una anomalía más que solo se da cada cuatrocientos cuatro años y para el día de San Fermín celebraré mis cincuenta y dos años y medio en un martes día siete de un mes con treinta y un días, gemelo de enero, de un año bisiesto con cifra repetida.

¿Qué cambios me ofrecerá este año singular?