sábado, 28 de marzo de 2020

Dieciocho años


Un año más.
Ya eres mayor de edad.


¡Felicidades!

¡Felicidades por tus dieciocho años!

Hoy es un día muy especial para ti y que recordarás el resto de tu vida. Hoy hace dieciocho años que naciste a la hora en la que la luna llena asomaba por el horizonte para saludarte y deleitarse mirando tu cara preciosa, tus rizos negros, tu pelo ensortijado, tu piel tan blanca…

Naciste siendo una preciosidad de bebé y hoy eres una preciosidad de mujer, pero para mí siempre serás mi niña, mi preciosa niña…

Me vienen tantos y tantos recuerdos de estos dieciocho años contigo…

Lo despierta que fuiste siempre, con seis meses todos los que te veían como ibas en tu carro pensaban que al menos tenías un año… Apartabas la ropa del cuco para mirar.

Siempre venías con nosotros. Si salíamos a cenar fuera tú venías con nosotros. Fuiste creciendo y te entretenías pintando mientras nosotros cenábamos, en todos los restaurantes nos daban un papel y pinturas para ti. Nunca protestabas, te entretenías con nada…

Me viene a la memora aquella Semana Santa que organizaste una procesión con tus muñecos en el salón de casa. Mi niña…

¿Y las cuatro de la mañana? ¿Qué tendrá esa hora de particular para ti? Durante tus cuatro primeros años todas las noches, a las cuatro de la madrugada “¡Papá leche!”. ¡Todas las noches! Tu madre y yo nos turnábamos para prepararte tu biberón con leche, yo conseguía aguantar hacerlo cuatro noches seguidas, pero la quinta necesitaba dormir…

Y fuiste creciendo. Siempre sonriente. Siempre preciosa. Siempre guapísima…

Tu gran corazón se refleja en tu mirada, en tus brillantes ojos negros. Brillantes como tú. Eres una estrella que luce con luz propia e ilumina a todos los que te rodean.

¿Y tu pelo? Viendo esos reflejos rubios nadie diría que tu pelo durante tus primeros años era negro, negro… Cuando se te iba aclarando de color nos preguntaban que si te echábamos algo en el pelo para que se te pusiera rubio…

Naciste un Jueves Santo de una Semana Santa especial. La procesión Camino del Calvario, la llamada de Las Turbas, tuvo que suspenderse en medio de la carrera. Un hecho histórico en Cuenca que provocó algún que otro incidente.

Hoy cumples dieciocho confinada en casa para evitar el contagio del llamado covid-19, un hecho que hace aún más peculiar este momento y que recordarás como algo singular en este día tan especial.

Dieciocho años te dan la mayoría de edad oficial, pero tú ya vienes siendo una persona responsable y comprometida desde tiempo ha.

Dieciocho años es un escalón más, ni más grande ni más pequeño que los que ya has subido y ni más grande ni más pequeño que los que te quedan por subir.

Recordarás siempre este periodo de tu vida y, si te pasa como a mí, sentirás siempre como en este periodo de tu vida.

Te quiero muchísimo y te deseo que un feliz día de cumpleaños.

¡Felicidades!



sábado, 14 de marzo de 2020

Delirio


La ficción a veces parece realidad.
La realidad a veces parece ficción.


Parece como si estuviese viendo una película…

Aun no sé si lo ocurrido entre ayer y hoy es real o lo he visto en un capítulo de una serie de Netflix.

Clases suspendidas por tiempo indefinido, la mitad de las tiendas del Centro Comercial cerradas, bares cerrados, negocios que no saben si mañana podrán abrir…

¡Todo por culpa de un bichejo microscópico!

¡Todo por culpa de un virus!

Aun no sé si esto que estoy viviendo es realidad o ficción.

Toda esta realidad se está mezclando en mi cabeza con recuerdos de películas de suspense o de terror cuyo nombre no acierto a recordar.

Se está mezclando con capítulos de “Ensayo sobre la ceguera” de mi admirado Saramago.

Se está mezclando con historias bíblicas de plagas, de lepra, de éxodos…

Noto que todo se mezcla en mi cabeza. Noto que todo da vueltas en mis sesos.

¿Pero es real?

¿Es real o lo que estoy viendo y viviendo es parte de una película en la que me he metido tanto que parece que soy uno de los protagonistas?

Todo está ocurriendo a velocidad de cinemascope, a veinticuatro fotogramas por segundo, donde cada fotograma que veo en la pantalla de mis párpados cerrados refleja una visión de esos recuerdos que mi mente está confundiendo y mezclando, igual que el barman de aquella noche mezcló los ingredientes de aquel coctel sabor a piña con nombre sugerente que no acierto a recordar.

El coctel me encantó.

La realidad de hoy me asusta.

El virus puede que me esté matando.

Recomiendan no salir de casa. Puede que mañana no lo recomienden, si no que directamente lo prohíban.

Recomiendan no acercarse a nadie. Recomiendan confinar a los niños en casa y no sacarlos al parque. Recomiendan no tocar a nadie y mantener una distancia de seguridad de un metro en caso de que necesites hablar con alguien.

Recomiendan…

Recomiendan elegir vivir y no morir en una camilla aparcada en un polideportivo en el que se ha improvisado una sala de cuidados intensivos.

Uf…

Me da vueltas todo a pesar de que mis ojos permanecen cerrados, pero el cinemascope sigue funcionando, oigo el zumbido de la máquina proyectora dentro de mi cabeza, el mismo zumbido de aquella máquina que en el bar el “El Pólvora” proyectaba una del oeste sobre una sábana blanca en un bar en el que se había improvisado un cine.

Pero lo que hoy se está improvisando no son cines en bares, sino hospitales en polideportivos y en hoteles para mal atender a aquellos desgraciados infectados por este maldito Covid-19 que amenaza con diezmar la población que peina canas y pasea nietos.

Este maldito Covid-19 que dejará sin trabajo y tal vez sin sustento a familias y familias, que pasarán a depender de la limosna del estado, de ese estado que hoy quizás no esté tomando las medidas más acertadas para contener esta amenaza. O quizás sí.

Este maldito Covid-19 que deja sin colegio, sin instituto, sin universidad al futuro de nuestra sociedad.

Una sociedad seguidista y analfabeta políticamente hablando que no dice lo que realmente piensa sobre las decisiones de nuestros gobernantes, sino que replica cuan papagayo o loro ecuatoriano lo que manifiestan aquellos políticos que lograron engatusarles para que los votasen en las últimas elecciones.

“Quizás sea necesario este tamiz que nos llega.”

¿Quién ha dicho eso?

Uf… ¡Ya oigo voces en mi cabeza…! ¿Un tamiz? ¿Para eliminar gente?

Me explota la cabeza. La maldita máquina de cinemascope y los gritos de esos indios proyectados en la sábana me están provocando un dolor de cabeza terrible… Y este humo… ¿Por qué fumarán tanto? No puedo respirar, me duele el pecho, no paro de toser… ¡Y que frío! Deben haber abierto una ventana para ventilar…

¿Quién me llama? ¿Quién ha encendido la luz? ¿Qué pasa? ¿Por qué me muevo? ¿Me zarandean? ¿Quién eres tú? ¿Qué llevas en la cara? ¿Por qué vas tapado? ¿Dónde estoy?