Paga a fin de mes.
Mentiras para toda una vida.
Un mes más. Una nómina más. Una mentira más.
¡Un trabajo para una vida mejor!
¿Una vida mejor para quién?
¿Para quién me vendió el piso en la cresta de la ola inmobiliaria?
¿Para el directivo del banco que me clavó la cláusula suelo al 4%?
¿Para los directivos de la multinacional que cobran el bonus a cambio de venderme un coche engañándome con su índice de no contaminación?
Una vida mejor…
Me siento parte de un ganado que los pastores vigilan mientas lo apacientan en las verdes praderas de la mentira social, de las promesas de felicidad, del espejismo de una vida mejor que tenemos al alcance de la mano cuan zanahoria guía un burro.
Una vida mejor… Una mentira más… Una promesa más…
Mientras. Los políticos nos prometen pagas por no trabajar, casas gratis, comida a hartar, vacaciones en la playa… Promesas para que el ganado siga paciendo, engordando las cuentas de los pastores que los vigilan.
Hago recuento de los momentos felices que me ha proporcionado ese apunte en la cuenta en el lado del haber. Termino pronto.
Un mes de trabajo. Como todos los asalariados.
Unos dejándose los ojos en una pantalla que no daña la vista.
Otros tratando con niños o adolescentes, esos dulces angelitos que consiguen encontrar nuestro lado más hosco, por muy escondido que esté.
Otros vendiendo productos que quien los compra no los necesita, pero les crean la necesidad, les ponen el lacito rojo y a hacer caja.
Otros mintiéndonos con las bondades de un ordenador, de un móvil, de un coche… ¡Vendiéndonos la moto con los argumentos que el buen pastor les ha preparado!
Otros… Otros y tantos otros paciendo mientras siguen al artificial holograma de una vida mejor… ¡Mejor sólo para quien lo ha diseñado!
Pero en fin… Es fin de mes. En la cuenta está la nómina abonada ayer. Préstamos pagados. Queda suficiente para la tarjeta y mañana podré seguir usándola para sentirme bien.