domingo, 31 de marzo de 2019

Abuelo con 51 años (I)


El primer nieto es un gran acontecimiento,
ser abuelo marca un antes y un después.



¡Qué contenta se ha puesto al decirle que ha sido una chica!

La primera nieta para las dos familias.

Ella buscando la chica y le vinieron tres chicos. Que la primera nieta haya sido chica para ella es una gran alegría.

¡Tan contenta se ha puesto que me ha invitado a esta copa de Terry! ¡Porque estoy yo solo en el bar, que si no invita a todos!

Y viene bien esta copa... Se nota el frio de la nieve y eso que es mediodía y ya se ha deshecho. Toda la noche ha estado nevasqueando, por eso han aguantado hasta por la mañana para irse a Cuenca.

Nieve un treinta y uno de marzo no es lo normal.

No han encontrado nieve en Cabrejas. ¡Gracias a Dios! Pero ésta me ha dicho por teléfono que los pinos estaban llenos de nieve.

¡Cincuenta y un años y mi primera nieta!

Que calorcillo se nota en cada sorbo…

¡Me siento feliz!

Mi hija fue la primera y luego vinieron los otros tres. Yo también tenía ganas de otra chica, hubiese estado bien tener dos chicas y dos chicos, pero los otros tres salieron chicos... Ahora no los cambiaría.

Con el pequeño se va a llevar 12 años, no está mal la diferencia para tío y sobrina, casi el doble que se lleva mi hija con mi hermana.

¡Qué contento me siento!

¡Anda, tiene caramelos de Naranjito! Claro, que poco más de dos meses empieza el mundial…

Mi primera nieta podrá decir que nació el año en el que España organizó el Mundial de Fútbol.

¿Ganaremos el mundial? No lo veo…

De momento yo he ganado a una nieta que ésta me ha dicho que es guapísima.

¡Qué bien sienta esta copa! ¡Me reconforta y aumenta mi alegría!



martes, 19 de marzo de 2019

Recordando a Padre


Recuerdos intensos
que parece ocurrieron ayer.


El tiempo avanza y mi registro mental de paralelismos contigo me dice que cuando tú tenías mi edad yo tenía catorce años.

Aparecen los recuerdos, mis recuerdos, de entonces.

Recuerdos discontinuos.

Recuerdos de las cosas que hacíamos juntos.

Recuerdos de imágenes tuyas.

Entre esos recuerdos hoy viene a mi mente un día soleado de primavera en el que, antes de irme a la escuela, te ayudé a descargar un camión de cemento quitándole a cada palé cinco sacos para que el tractor pudiera con él. Al terminar me quité el mono, me lavé y me vestí; cogí los libros y me fui. Recuerdo volver la cabeza antes de girar la esquina y mirar cómo entrabas con el tractor y el último palé al almacén.

Siento nostalgia.

Aquella primavera fue la última en la que viví en casa.

Me emociono recordándolo.

Ese otoño salí a estudiar fuera, me llevaste tú con el camión.

Hoy yo tengo los cincuenta y un años que tú tenías entonces y en ese pasado, que está sucediendo al mismo tiempo que este presente, me veo como ese niño que está viviendo la última primavera completa con su padre y no le da el valor emocional que hoy siento que tenía.

Pensar que tengo la edad que tú tenías cuando transcurría la última primavera en la que dormimos bajo el mismo techo todos sus días me produce nostalgia, melancolía, pena...

Te echo de menos, igual que aquel niño de 14 años te echará de menos en el internado en el que vivió durante el otoño siguiente a mi última primavera contigo.

Que sepas que sigues vivo, porque mientras yo te recuerde no morirás.



viernes, 8 de marzo de 2019

Buscando la libertad


La libertad e igualdad femenina
depende de las niñas y niños que hoy educamos.


¿Soy libre?

Hace tres años, cuando salí por la puerta del que fue mi hogar, cargada de maletas, recuerdo que pensé que lo era. Al sentir el calor de la luz del sol en mi cara me dije: “¡Eres libre!”.

Ya hace tres años que me separé de él y de ellos. De mi marido y de mis hijos. Tres años.

Tres años en los que he visto como mis cortos ahorros han ido menguando a la par que mi autoestima, hasta casi desaparecer.

Tres años en esta llamada “Ciudad de la Luz” en la que mi luz se ha ido apagando.

Tres años en esta ciudad icono de la libertad y del librepensamiento que me está asfixiando con su lazo de seda.

Libertad…

Para una mujer esa palabra no tiene significado.

En mi España una mujer no tiene patria potestad, necesita un hombre para que la represente en cualquier transacción oficial.

Aquí la mujer es oficialmente libre, pero solo eso, oficialmente.

Buscaba la ansiada libertad para encontrar mi inspiración.

Buscaba mi inspiración para encontrar la libertad.

Con mi inspiración conseguiría escribir y publicar y ganar el dinero que me llevaría a la libertad.

Sin dinero no hay libertad, y este mundo luminoso y libre que me rodea está resultando ser  en realidad como el piso de la calle Aribau de mi Andrea. Me asfixia, me ahoga, me estrangula…

“Solo te pongo una condición para firmar la separación: Que no escribas sobre nosotros.” Mi marido mató mi inspiración. Si no puedo escribir de mi experiencia, ¿de dónde saco mi inspiración? Por ser mujer condicionó mi salida. Si yo hubiera sido el hombre mi salida habría sido sin condiciones.

Él me robó las ideas y esta sociedad está robándome la vida.

Esta sociedad que exige la liberación de la mujer, la legalización del aborto, la igualdad de derechos… Está acabado conmigo. Mayo del sesenta y ocho provocó este sentimiento social y me trajo aquí, pero yo sigo sintiéndome tan presa como mis mujeres de Nada.

¿Cuándo nos sentiremos libres de verdad? ¿Cuánto tiempo ha de pasar? Hace veinticinco años de Nada y todo parece seguir igual.

¿Necesitamos otros veinticinco  años para ser y sentirnos libres? ¿Qué será de mí dentro de veinticinco años, a las puertas del nuevo siglo?

La libertad femenina no debe mendigarse. La libertad femenina ha de ejercerse.

Pero para ejercer la libertad primero hay que sentirla, hay que creerla, hay que inhalarla. Y yo en esta libre ciudad de la luz ni la siento, ni la respiro, ni creo en ella. Yo no tengo libertad.

Ojalá que dentro de treinta años las mujeres y hombres que hoy educamos sepan vivir en plena igualdad y se respeten entre ellos como iguales.

Ojalá.