viernes, 8 de marzo de 2019

Buscando la libertad


La libertad e igualdad femenina
depende de las niñas y niños que hoy educamos.


¿Soy libre?

Hace tres años, cuando salí por la puerta del que fue mi hogar, cargada de maletas, recuerdo que pensé que lo era. Al sentir el calor de la luz del sol en mi cara me dije: “¡Eres libre!”.

Ya hace tres años que me separé de él y de ellos. De mi marido y de mis hijos. Tres años.

Tres años en los que he visto como mis cortos ahorros han ido menguando a la par que mi autoestima, hasta casi desaparecer.

Tres años en esta llamada “Ciudad de la Luz” en la que mi luz se ha ido apagando.

Tres años en esta ciudad icono de la libertad y del librepensamiento que me está asfixiando con su lazo de seda.

Libertad…

Para una mujer esa palabra no tiene significado.

En mi España una mujer no tiene patria potestad, necesita un hombre para que la represente en cualquier transacción oficial.

Aquí la mujer es oficialmente libre, pero solo eso, oficialmente.

Buscaba la ansiada libertad para encontrar mi inspiración.

Buscaba mi inspiración para encontrar la libertad.

Con mi inspiración conseguiría escribir y publicar y ganar el dinero que me llevaría a la libertad.

Sin dinero no hay libertad, y este mundo luminoso y libre que me rodea está resultando ser  en realidad como el piso de la calle Aribau de mi Andrea. Me asfixia, me ahoga, me estrangula…

“Solo te pongo una condición para firmar la separación: Que no escribas sobre nosotros.” Mi marido mató mi inspiración. Si no puedo escribir de mi experiencia, ¿de dónde saco mi inspiración? Por ser mujer condicionó mi salida. Si yo hubiera sido el hombre mi salida habría sido sin condiciones.

Él me robó las ideas y esta sociedad está robándome la vida.

Esta sociedad que exige la liberación de la mujer, la legalización del aborto, la igualdad de derechos… Está acabado conmigo. Mayo del sesenta y ocho provocó este sentimiento social y me trajo aquí, pero yo sigo sintiéndome tan presa como mis mujeres de Nada.

¿Cuándo nos sentiremos libres de verdad? ¿Cuánto tiempo ha de pasar? Hace veinticinco años de Nada y todo parece seguir igual.

¿Necesitamos otros veinticinco  años para ser y sentirnos libres? ¿Qué será de mí dentro de veinticinco años, a las puertas del nuevo siglo?

La libertad femenina no debe mendigarse. La libertad femenina ha de ejercerse.

Pero para ejercer la libertad primero hay que sentirla, hay que creerla, hay que inhalarla. Y yo en esta libre ciudad de la luz ni la siento, ni la respiro, ni creo en ella. Yo no tengo libertad.

Ojalá que dentro de treinta años las mujeres y hombres que hoy educamos sepan vivir en plena igualdad y se respeten entre ellos como iguales.

Ojalá.




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