miércoles, 16 de octubre de 2019

Abuelo con 51 años (III)


El hijo se resistió,
pero el primer nieto fuer varón.



Este cigarro es el que más me gusta, el que me fumo ya tranquilo después de dejar arreglados los animales. Les he echado pienso y paja. Hoy no he querido sacarlos, con tres días lloviendo la tierra se pone imposible y las ovejas se revientan.

Desde el sábado, que empezó a llover, ya ha llovido más que todo el mes de octubre del año pasado. No es que haya llovido mucho, pero es que el año pasado no cayó una gota. Antes de estos días cayó en San Miguel y el día de la Virgen del Rosario. Después de estas aguas vamos a tener buena ricia y espigas, hasta que empiece la siembra va a haber alimento.

Me gusta fumar mientras llueve…

Antonio… Las chicas me han dicho que le van a poner Antonio.

¡Por fin un chico! Hemos tenido seis partos y un aborto. Seis chicas y el aborto un chico. El único chico que engendramos no subió. La Cleo abortó con cuatro meses. Lo enterré en el cementerio, me acompañaron la Vicenta y la Ana. La Vicenta ha sido una chiquilla muy despierta y con cuatro años que tenía quiso venir conmigo. La Vicenta ya tiene dieciocho y la Ana veintiuno. Hace ya catorce años y parece que fue ayer…

Parece que ahora arrecia… Corre el agua por el callejón.

Me ha dicho la Cleo que le van a poner Antonio por el hermano que se le murió a su padre. Se murió cinco días antes que mi Carmen. Ya hace siete años. El aborto lo sentí, pero que se muriera mi ángel… La Carmen era como un ángel y con solo dos años se la llevó Dios. Esos días han sido los más tristes de mi vida. Los míos y los de mis chicas. La Emilia, con dieciocho años, lloraba como una Magdalena. Y hoy ha parido a Antonio... ¡Cómo pasa la vida!

Su marido, como no hemos sacado las ovejas, ha podido estar en el parto. Dice la Pen que cuando le han dicho que era chico le han brotado lágrimas y ha dicho que se llamaría como su difunto hermano.

¡Pero hoy es un día de alegría! ¡Por fin un chico! ¡Me voy a echar otro pitillo!

Llueve pero no hace frío. En un par de días tendremos sol otra vez.

Recuerdo cuando se murió Antonio, la Cleo se impresionó y cuando llegamos a casa, después del entierro, acurrucó a la Carmen y a la Ángeles sollozando, diciendo que no quería que a sus chicas les pasara nada. Una tenía dos años y la otra cinco. ¿Quién le iba a decir que a la pequeña la enterraríamos seis días después…?

Pues como lloviera ayer en Talavera como hoy aquí, se mojó Franco con toda seguridad. En la radio no dijeron nada de si llovía o no mientras inauguraba la presa, pero seguro que se tuvo que poner la trinchera. ¡Cómo llueve ahora!

Bueno, ya soy abuelo… Cincuenta y un años y abuelo…

Tendremos que avisar por carta a la familia, el primer nieto lo merece.

Este abuelo se va a pasar para dentro a ver si ya han preparado la cena. Con cinco chicas… ¿Cuántos nietos tendré?



viernes, 11 de octubre de 2019

Felizmente casado

Quien no es feliz
es porque no quiere.


Dieciséis años… Parece que fue ayer cuando estábamos haciéndonos estas fotos y han pasado dieciséis años. ¡Hoy dieciséis años de mi boda...! ¡Qué guapa estaba! Parece que fue ayer… Once de octubre de dos mil tres… ¡Que día tan especial tuvimos!

Y lo que ha cambiado mi vida desde entonces… ¡Para bien claro!

Que brillo tenía en la mirada mientras me daba las arras. ¡Qué foto más bonita!

Recuerdo que antes de casarme, siendo novios, tenía costumbres ciertamente licenciosas… Los sábados por la noche se convertían en vómitos al alba en compañía de mis amigos. La dejaba en su casa y buscaba a mis amigos. ¡Vaya juergas! ¡Y vaya castigo al hígado! Desde luego eso no era buena vida…

Después de aquel once de octubre todo cambió. Gracias a Dios…

Qué cielo más bonito… Nuestro fotógrafo captó detalles impresionantes. Qué juego de luces… El naranja del atardecer contrasta con la luz de la mirada de mi cari.

Aun así aún caí en la tentación varias veces… Que recuerde al menos seis… Pero mi cari me salvó, me prohibió salir solo con mis amigos. ¡Me salvó! ¡Cómo la adoro!

Y poco a poco fue cambiando mi vida, lentamente, es normal, ya se sabe que enderezar el árbol torcido lleva su tiempo… Son años de poda, de atar ramas para cambiar su dirección, de redirigirlas…

Pero mi cari ha sabido hacerlo y ha hecho de mí un hombre de provecho.

Lo primero que hizo fue implicarme en las tareas domésticas. ¡Algo que mi madre no fue capaz de hacer! Pero claro, no voy a comparar a mi cari con mi madre…

Descubrió que era un experto con la plancha, que tengo un don natural para, en pocas pasadas y si esfuerzo, dejar la ropa perfecta. Planchar una camisa no es nada del otro mundo, ni siquiera unos pantalones… ¡Pero un vestido! ¡Eso sí que es arte…! Le dejo la ropa a mi cari mejor que la tintorería.

¡Qué alegría desprende esta foto! Recuerdo perfectamente cuando nos la hicieron, entrelazamos los brazos a la entrada del salón para beber las copas de cava. ¡Qué bien me sentía!

¿Y la pintura? ¡Soy un maestro de la brocha gorda! Mi madre no supo enseñarme, pero mi cari sí que ha sabido hacerlo… Mi madre venga a explicarme como he de coger la brocha, que si le das en esta dirección que si después en la otra… ¡Nada! ¡No supo enseñarme! Pero mi cari… ¡Ella sí que sabe! Recuerdo que un día me dijo: “Cari, este fin de semana vas a pintar el salón, vamos a por la pintura, yo elegiré el color. Tú compra todo lo que necesites. ¡No quiero ver una gota! Así que entérate bien de como tienes que hacerlo.” ¡Que sabia! No me dijo ni hazlo así ni hazlo asá… Solo me dijo “¡Hazlo!”. Ese fin de semana descubrí mi habilidad oculta con la brocha. En estos dieciséis años me he pintado la casa cuatro veces. ¡Soy un as de la pintura!

¡También fui un as cortando la tarta! Esta foto es de lo más graciosa…. ¡Vaya cara tengo…! Parece que entro a matar al toro… ¡Ni Padilla se pone tan feo!

Pero lo que más le agradezco es que me haya salvado de los vicios. Los fines de semana que salía con mis amigos volvía tardísimo, con alguna copa de más, algunas veces hasta nos fumábamos un canuto… ¡Vaya vida de asco! Mi hígado seguro que estaba sufriendo lo indecible. Aunque me prohibió las salidas con ellos, yo alguna vez me escapaba. Todo cambió cuando llego mi hija, gracias a Dios. Tenía mi hija dos meses, era un viernes y mi cari me dijo: “A partir de ahora quien va a salir todos los fines de semana voy a ser yo. Tú no eres capaz de corregirte, así que tengo que tomar esta decisión: Te quedas con la peque y yo salgo con mis amigas, así tú no te escapas, porque si lo haces y dejas a la peque sola… ¡Te mato! ¡Ni se te ocurra! Así no te descarrías más.” ¡Qué sabia! ¡Cómo supo hacerlo para cortar de raíz mis extravíos! Ella desde entonces sale todos los fines de semana y yo me quedo en casa. No vuelve muy tarde… casi nunca al alba. ¡Y la veo tan feliz…!

Hoy quería salir conmigo a cenar, pero sus amigas le han dado una fiesta sorpresa para celebrar nuestro aniversario y no hemos querido hacerles el feo. Ya celebraremos nuestro aniversario otro día.

¿Y el vals de apertura del baile? Que patoso… ¡Hasta en la foto se notan mis nervios!

Es estas fotos faltan mis soles, mi  chiquitina y mi chiquitín. Me paso mucho tiempo con ellos y los disfruto. Se llevan dos añetes, son tan iguales… He asumido la obligación de llevarlos a las actividades extraescolares, de estar en los grupos de WhatApp del aula y de las actividades, de ir las reuniones del colegio, de acostarlos, de levantarlos… Es como si solo tuvieran padre y eso entristece enormemente a mi pobre cari por no poder estar con ellos. Mi cari, como trabaja con jornada partida, no puede encargarse ella, manque le pese. Pero gracias a que yo me encargo de todo mi cari no está estresada como las madres de los compañeros de mis hijos. ¡Esas son inaguantables! ¡Vaya brujas! Esos gritos, esos ojos de locas que les ponen… ¡Qué horror! Mi cari tiene esa cara de relax…

Me encantan  esas caricias que me hace mientras apoya su cabecita en mi hombro por la noche, cuando he terminado de acostar a los chicos y nos ponemos un rato a ver una serie… bueno, mi serie, porque yo solo veo una, no me da tiempo a más. La eligió mi cari, que sabe perfectamente lo que me gusta. Ella sigue alguna más, tiene más afición que yo, es casi una friki de las series…

Dieciséis años ya… ¡Que feliz me siento!