¿Es el karma justicia?
¿Es el karma venganza?
¡Eso es el Karma!
No me extraña que le haya pasado.
Si lo que me han contado es cierto no tengo duda de que el Karma
existe.
¡Lo tiene merecido!
No se puede ir por la vida con esa maldad…
Pasando por encima de todos, atropellando al personal a su
cargo, obligando a sus jefes de equipo a acosar a sus subordinados…
Y claro, no es lo mismo predicar que dar trigo. Para con los
demás su palabra es el rasero. Pero para sus acciones el criterio, su criterio, es
totalmente diferente.
¡Impresentable! ¡Eso es lo que es!
Así que lo que me dicen que le ha pasado lo tiene totalmente
merecido.
A ver dónde he metido el tique… ¿No lo habré dejado en el
coche?
Es que es pensar en esta persona y entrarme unos nervios…
¡Aquí! A pagar…
Pues este aparcamiento barato no es… ¡Poco más de tres horas
y diez eurazos!
¿Será también el Karma?
¿El alegrarme de que le haya pasado eso provocará que el karma
reaccione contra mí?
El alegrarme del mal ajeno…
¡Ostras! No había pensado nunca que eso que llamamos karma quizás
sea alegría por el mal que a los demás le llega…
Es sentir una revancha indirecta.
Es admitir como justicia el infortunio de alguien que no nos
cae bien.
Es aceptar que una desgracia que la ha ocurrido a una persona
que, según mi punto de vista, no tiene humanidad, es algo que merece.
¿Y yo estoy siendo humano?
¿Me beneficia el mal de esta persona?
¿Y si no me beneficia por qué me alegro?
Ahí está mi coche.
Me siento mal. Me siento inhumano.
¿Soy yo mala persona?
¿Soy yo igual que ese personaje al que detesto?
Lo llamamos karma, pero en realidad es odio, desprecio,
aborrecimiento…
Son malas vibraciones, malos sentimientos lanzados contra alguien
a quien hemos juzgado y condenado desde nuestro yo más ruin y miserable.
Nuestra peor faceta. Eso que llamamos karma es nuestra peor faceta.
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