En el tanatorio, un hijo cierra los ojos frente al cristal
que lo separa de su madre inerte. ¿Qué pensamientos tendrá?
Estremece ser ya el primero de la línea.
Sentir
que entre Él y yo no queda nadie más.
Sobrecoge
saber que en mi camino ya no tengo a nadie delante.
Que un
día, avanzando por la niebla del destino, perderé pie y caeré en ese abismo que
es la muerte.
Mis abuelos
ya cayeron. El primero cuando yo era tan solo un niño. Después le siguieron los
demás.
Poco
hace que mi padre también perdió pie.
Y ahora
mi madre…
Esta
noche es la última que podré ver su cuerpo. Esa tez de cera que deja la muerte…
Me
quedo en primera línea y mis pasos no los puedo parar. El terreno aún es firme,
pero… ¿Cuánto durará?
El
nebuloso futuro esconde el abismo final.
¡No te
disipes fría niebla! ¡No quiero saber cuándo llegará!