“Diógenes de Sínope, el más provocador e
insobornable de los sabios del siglo IV a.C. Se paseaba por Atenas con un farol
encendido diciendo ‘Busco a un hombre’. Los que se cruzaban con él le
respondían que había muchos hombres, a lo que él replicaba ‘Busco un nombre de
verdad, uno que viva por sí mismo, no un indiferenciado miembro del rebaño’.
(…) Una vez estaba tumbado en el suelo tomando el sol casi desnudo, se le
acercó el que sería gran conquistador
Alejandro Magno, cuando era alumno de Aristóteles, y le dijo: ‘Pídeme lo que
quieras’; a lo que Diógenes respondió: ‘Pues apártate y no me hagas sombra’.
Alejandro se marchó, pero, entre risas burlonas de sus compañeros, se dijo a sí
mismo: ‘Si no fuera Alejandro, yo quisiera ser Diógenes’.” (Lectura del
número 127 de la revista de Historia de National Geographic).
“Yo
quisiera ser Diógenes”. ¿Y quién no? Vivía a su aire, sin importarle lo que los
demás pensaran de él.
¡Y
cuántos miembros tiene el rebaño! Ayer todas a la vez se fueron de la piscina.
Se levantó una oveja y todas las demás la siguieron. ¡Increíble!
La
verdad es que yo me siento muy cerca de Diógenes. No aguanto la masa, no sigo a
la masa. ¡Detesto la masa!
¡Y si
no cuando siguen al líder! Ha sido gracioso ver cómo se han movilizado después
de que la cría, con esa edad, haya hecho lo que ningún mayor se atrevía. Y
ahora disimulan y ninguna se había dado cuenta. ¡Lo que pasa es que no se atrevían a hacerlo! Esa niña sí que tiene madera de
lider.
Diógenes
de Sínope… ¡Necesitamos más de Diógenes y Alejandro! Su mezcla haría que eliminásemos la educación
inculcada que no nos cuestionamos y que nos ata.
Nos
reeducaríamos y seríamos libres.
¡Yo ya
lo intento!
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