viernes, 31 de octubre de 2014

Los Santos

Las tradiciones cambian.
Los recuerdos permanecen.



Huele a frío. El humo de los coches parece condensarse. Por ahí van unos críos disfrazados. ¡Claro! ¡Es Halloween!

Antes olía a estufa. El olor a humo de las estufas impregnaba todo. Al atardecer nos reuníamos para comernos el chocolate.

Chocolate con pan. ¡Que se nos socarraba todos los años! Vasos calientes en los que mojábamos las rebanadas.

Otro grupo disfrazado. Estos son mayores. Con sus pelucas canosas y sus máscaras.

Después del chocolate tocaban las calabazas… ¡Qué tiempos!  Las preparábamos una semana antes robándolas en algún huerto. ¡Si ahora se le ocurre a alguien ir a robar a un huerto se cae con todo el equipo!

Ahora no llevan calabazas. Sólo se disfrazan y a pedir caramelos de casa en casa.

Nosotros éramos más gamberros. Siempre poníamos las calabazas en la puerta del abuelo que  más se irritaba. Calabazas huecas. Calaveras luminosas. Parecía que le queríamos decir al pobre viejo: “¡Te queda poco, pronto te verás como ella!”.

Se nota el frio y la humedad al pasar al lado del parque.

Pero ahora también están los de los huevos. Nosotros irritábamos a los abuelos con calabazas. A los abuelos y a otros que sabíamos que al abrir le darían una patada. Los adolescentes ahora aprovechan para tirar huevos. Con la excusa de Halloween  manchan las puertas y fachadas de aquellos a quienes se la tienen jurada. Pobres profesores. O vecinos incómodos. ¡O la chica que le dijo que no!

Halloween , otro invento americano que nos ha colonizado. El poder de expansión de la metrópoli. Nosotros le llamábamos “Los Santos”.

Huele a frío. Eso no ha cambiado. Y esta noche algunos vecinos han encendido sus estufas. Su olor me transporta a mi niñez.

Recuerdo el tañer de las campanas a eso de las once de la noche. Estremecía.  A esas horas las antorchas confeccionadas con filtros de aceite de los tractores ya se nos habían apagado. ¡Nos parecía ver fantasmas en todas las sombras!

Aun no son las ocho. ¡Aun me da tiempo de ir a comprar una calabaza! No será robada pero me servirá. Este año también haré mi calavera y la pondré en mi ventana. Pero la pondré mañana, que es el día en el que lo celebrábamos cuando yo era un crío.


¡Son “Los Santos”!


viernes, 24 de octubre de 2014

No eres tú.

A todos aquellos que ya no están.
Y a lo que están pero como si no estuvieran.



No eres tú. Es tu cuerpo. Pero no eres tú.

Ríes, pero no se oye lo que fue tu risa. Es como si piedrecitas grises chocaran en tu interior y al reírte revelaran  el vacío que hay en ti.

No eres tú. Es tu cuerpo. Pero no eres tú.

Miras y no sé qué ves. Veo tus ojos mirándome. Pero siento que no me ves. No siento tu mirada. Es como si mirases detrás de mí.

No eres tú. Es tu cuerpo. Pero no eres tú.

Tu voz se oye extraña. Gangosa. Como si te costase pronunciar. Es difícil entenderte si además no sé de qué me hablas. Hablas y no sé qué me dices.

No eres tú. Es tu cuerpo. Pero no eres tú.

Te quejas. Y esos ayes se me antojan chirríos de bisagras, tizas en la pizarra, garruchas no engrasadas… Llegan hasta  mi alma y la encogen, la desgarran.

No eres tú. Es tu cuerpo. Pero no eres tú.

Te miro y veo un gesto deformado, un mentón caído, unos ojos abiertos en exceso… ¡No quiero recordarte así!

No eres tú. Es tu cuerpo. Pero no eres tú.

Siento que mis lágrimas quieren aflorar, pero he de ser fuerte, no debes verme llorar, debes verme reír, debes sentirme cerca, mi pena no debe apenarte.

No eres tú. Es tu cuerpo. Pero no eres tú.

Prometo recordarte años atrás. Tu risa alegre, tu mirada cómplice. Tu alegría desbordante. Tu fuerza para ser nuestro motor. Tu abnegación. Tu dedicación. Tú.


Ya no eres tú. Pero estuviste ahí. Y a mí siempre me tendrás.

viernes, 17 de octubre de 2014

El lienzo del atardecer


La belleza del atardecer puede turbarnos.
El temor a lo desconocido también.




Empieza a hacer frío. Se nota que el sol está a punto de ponerse.

El cielo a estas horas es como un lienzo de borrones grises y naranjas cruzados por líneas blancas.

El ocaso anaranjado.

El orto gris, casi negro.

En el cenit las líneas que dejan los aviones, que se asemejan a las coordenadas de un mapa.

Es todo un espectáculo. Una paleta de color desde el gris de oriente al naranja de occidente.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho… Ocho aviones que ha dejado su estela. Todos han pasado por encima de nuestras cabezas. Todos por encima de este parque aun repleto de niños.

¿Dónde irán esos aviones?

¿De dónde vendrán?

¿Llevarán a algún pasajero enfermo de ébola?

Dicen que el ébola se contagia a través de los fluidos humanos.

¿Dónde irá el orín de los baños de esos aviones?

domingo, 12 de octubre de 2014

Lavando


Haciendo las tareas cotidianas es cuando decidimos qué futuro queremos tener.



¡Qué fría está hoy el agua! Este mayo está viniendo helado.

¡Pero para hielo su madre! Vaya ojos me echa…

A él se le nota la mano que le ha dado. No está como antes.

Vaya cuellos pone padre… ¡Negros como la pez!

Se le nota distante. Para mí que le ha dicho que me deje.

¿Y si me deja qué? ¿A esperar uno de otro pueblo? Si no me gustan los del mío me van a gustar los de fuera.

¡No queda blanco! Más tutú y a dale en la tabla. ¡Vaya cuello!

Si sigue así no me va a quedar otra. Sé que padre me va a cruzar la cara, pero yo quiero salir de aquí y él me va a sacar.

Yo soy mucha mujer y éste no se me escapa…

Parece que está limpio. A enjuagar.


Si me quedo preñada no es capaz de dejarme. El guantazo me lo llevaré, pero yo salgo de este pueblo y me voy a Cuenca como sea. ¡Si tiene que ser con el bombo será!

domingo, 5 de octubre de 2014

El gato

El cuerpo es un todo y cada parte tiene su función.
Si una parte la inhibes, pierdes parte de tu yo.


Este sol de las mañanas de primavera hace milagros.

Se nota el calor en cada parte de mi cuerpo. Me embriaga. Hace que me sienta en otra dimensión.

Desde la cirugía que me hicieron en invierno me siento menos agresivo. Noto que no tengo el ímpetu de otros años. Es como si el celo no hubiese pasado por mí este año.

Y este sol… ¡Cómo embriaga!

Siento que he engordado. Mi pelo tiene mejor color. Mi carácter es más pacífico.

Me siento como un  gran gato. Apacible. Fiel. Sobón.

Así tumbado, sintiéndolos rayos de sol en cada centímetro de mi piel, su calor, su energía… ¡Qué paz!

Podrán decir que un "castrato" no es un macho completo, pero yo me siento en paz. Es como si se hubiese despertado mi otro yo. Mis emociones han cambiado. ¡Y me siento genial!

Puede que esté acumulando grasa, pero eso lo solucionaré. Un poco de ejercicio después del verano y estaré ágil de nuevo.

Qué paz con este sol…

Además, ella me trata mucho mejor. No sé si será por estar yo más tranquilo o será que no me afectan  tanto las regañinas…

El ama es el ama. Ella ha sido siempre el ama. Quien ha dicho lo que hay que hacer. Y cuando he hecho algo diferente… ¡Castigo! Me gusta que ella sea el ama.

¡Noto el sol en mi cara! No quema. Que paz…

Debe estar a punto de llegar con los niños, son más de las dos.                                                              

Tengo la comida preparada, la mesa puesta, el vino que le gusta en el frigorífico…

Hace unos meses estaría pensando en una siesta sexual, pero ahora no siento ese deseo. Sólo ronronear a su lado, al lado de mi ama, el ama.


Este sol de primavera…