La belleza del atardecer puede turbarnos.
El temor a lo desconocido también.
Empieza a hacer frío. Se nota que el sol está a punto de ponerse.
El
cielo a estas horas es como un lienzo de borrones grises y naranjas cruzados
por líneas blancas.
El ocaso
anaranjado.
El orto
gris, casi negro.
En el
cenit las líneas que dejan los aviones, que se asemejan a las coordenadas de un
mapa.
Es todo
un espectáculo. Una paleta de color desde el gris de oriente al naranja de occidente.
Uno,
dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho… Ocho aviones que ha dejado su
estela. Todos han pasado por encima de nuestras cabezas. Todos por encima de
este parque aun repleto de niños.
¿Dónde
irán esos aviones?
¿De
dónde vendrán?
¿Llevarán
a algún pasajero enfermo de ébola?
Dicen
que el ébola se contagia a través de
los fluidos humanos.
¿Dónde
irá el orín de los baños de esos aviones?
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