Dr Jekyll and
Mr Hyde.
La
realidad supera a la ficción.
¿Cuánto
tiempo ha pasado?
¿Dos
años? Puede que más. ¡Pero he vuelto!
¡No me
reconozco!
Recuerdo
mi desazón cuando me veía atrapada. Notaba como se adueñaba de mí y no podía
evitarlo.
“Si
notas que te estás irritando retírate, vete a tu habitación.” Era su ruego, no
quería que entrara en lo que él llamaba “la escalera”. Peldaño a peldaño iba
subiendo, aumentando mi irritación, mi cólera, mi ira…
¡No era
yo! ¡Era ella!
¡Era “Miss
Hyde”! Así llamábamos al monstruo en el que me convertía.
Era
como si un espíritu maligno se adueñara de mí para provocarme sufrimiento.
Hacerme sufrir a mí y a mi familia.
Cualquier
cosa me enfadaba. Cualquier cosa era excusa para reprenderlos. Sobre todo a mi
chico, mi esposo, mi amor… Lo increpaba, lo provocaba, lo atacaba… ¡Qué
desazón!
¡Cuánto
he sufrido!
¡Pero
he vencido! He echado a esa posesión. He echado a “Miss Hyde” ¡Y no volverá
jamás!
Ahora
veo a mi vecina en la misma situación que estaba yo. Esa cara desencajada, esos
ojos con pupilas dilatadas, esos gestos impulsivos…
Pobre…
Veo en ella a la persona que he sido durante estos meses. Ella era tranquila,
pero ha cambiado. Su estado ha cambiado desde que yo estoy más serena. Es
como si ese espíritu, ese demonio de ira y angustia la estuviera poseyendo a
ella ahora.
¡Yo he
vencido! Le he dado una patada a “Miss Hyde” y la he echado de mi casa. Pero
creo que no se ha ido muy lejos… ¡Se ha mudado a casa de los vecinos!