Rozar a
la catástrofe provoca insomnio.
Terremoto
en Ossa de Montiel.
¡Es el
viento!
Son las
dos, por la noche todo se oye más. ¡Qué obsesión!
Desde
el lunes tengo los nervios a flor de piel. Cualquier ruido me parece que es un
terremoto.
Sonó
como una ráfaga de viento fuerte y todo se empezó a mover.
¡Qué
seis segundos!
Dicen
que se produjo a diez kilómetros de profundidad. Que no fue como el de Lorca,
ese fue más superficial y por eso provocó tantos daños. Si éste hubiera sido a
menos profundidad el pueblo habría desaparecido.
¡Qué
miedo pasé! Aunque el miedo realmente vino después. Mientras ocurría no
sabíamos qué pasaba. Miré a Juan, Juan me miró a mí… Nos quedamos parados… Y
cuando paró fue cuando salimos a la calle.
Pero
tengo metido el miedo en el cuerpo.
¿Y lo
del miércoles? ¡Cómo nos reímos Luis y yo!
El aire
acondicionado de la oficina empezó a funcionar. ¡Con el ruido que hace cuando
empieza!
Nos
quedamos callados. Mirándonos. ¡Vaya cara puso Luis!
A mí me
costó reaccionar. Tarde unos segundos en decir: “¡Es el aire!”
Nos
echamos a reír los dos. Y es que tenemos estamos todos de los nervios.
He de
dormir, llevo cuatro noches sin dormir bien y mañana es fin de mes y me espera
tute. Las prisas del último día, que si los informes de ventas, que si las
llamadas de los de Recuperaciones…
¡Mañana he de estar despejada!
A
dormir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario