viernes, 23 de diciembre de 2016

Vuelven por Navidad

Navidad es volver a casa.
Navidad es que vuelvan a casa.


¡Estoy reventada! No recordaba que diesen tanto trabajo. ¡Pero hoy tengo mi casa llena!

He puesto cuatro lavadoras y cuatro secadoras. Hoy el día estaba demasiado frío para que la ropa se secara al aire.

Me ha dado tiempo a dejar la ropa de plancha colgada y preparada para planchar. Mañana les plancharé lo justo para el fin de semana y el lunes, cuando venga la chica, puede planchar el resto.

¡Qué gusto sentarse en el sillón!

¿Y la cena? La hemos preparado entre Ramón y yo y parecía que había para un regimiento, pero no han dejado nada. ¡Cómo comen! Cada uno come más que entre Ramón y yo.

No sé si el hecho de estar en casa les habrá dado más hambre. O si es que la comida de casa sabe distinta y está más rica.

Recuerdo cuando yo volvía a casa por Navidad después de pasar casi tres meses en el internado. Recuerdo cómo olía en mi casa, el calor de la estufa de leña, el olor de las sábanas, la anchura de mi cama comparada con la litera del colegio, el calor de la lana del colchón y del edredón… ¡Qué recuerdos!

Qué bien sienta la infusión calentita… Este sillón es cómodo, cómodo.

Ahora son mis hijos quienes disfrutan de su vuelta a casa.

El pequeño es la primera vez que vuelve. Éste es su primer año en Madrid. Dice que está genial, que la comida en el colegio es buenísima, que no pasa frío, que con los amigos que ha hecho se lleva genial… ¡Acaba de cumplir los dieciocho! Y aun recuerdo cuando le daba la teta…

¡Cómo pasa el tiempo!

La mayor ya está terminando la carrera. Este año es el último. Es toda una mujer. Yo a su edad ya estaba casada…

¡Cómo han crecido!

Cuando aun estaban los dos en casa me agobiaba por tanto trabajo. Ramón me decía: “Dentro de nada estaremos solos, entonces los echarás de menos.”

¡Y cuánta razón tenía!

Sin ellos en casa nuestro día a día es monótono, repetitivo. ¡Pero tenemos menos platos que lavar! Hoy entre la comida y la cena de los cuatro hemos llenado el lavavajillas. ¡Estaba la pila llena de cacharros!

Que paz siento. Mis hijos en casa y yo disfrutándolos. Este momento de relax en soledad me está cargando las pilas.

Se han ido los tres. Han ido a ver las luces de Navidad del centro. Querían que me fuese con ellos pero no puedo más… Prefiero estar aquí relajada, disfrutando de la sensación de que esta noche los tendré de nuevo a los dos durmiendo bajo el mismo techo que yo. Y aunque sólo sea por poco más de dos semanas pienso disfrutar de ellos.

Su olor envuelve la atmósfera de toda la casa y me encanta. ¡Ya es Navidad!


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