sábado, 7 de diciembre de 2019

COP25: ¿Utopía?


No somos capaces de cambiar.
Alguien ha de hacer que cambiemos.


En los años sesenta apareció la televisión en color. A España llegaría a principios de los setenta.

Mi profesor de la asignatura de Televisión, de Teleco, nos comentaba: “La transmisión de la señal para la televisión en color es similar a la transmisión de la señal en blanco y negro, se usa la misma portadora con información que puede ser decodificada tanto por los televisores en blanco y negro o como por los televisores en color, parte de la señal contiene la información para blanco y negro y parte para color. Por eso emisiones en blanco y negro pueden verse en televisores en color y emisiones en color pueden verse en televisores en blanco y negro, ya que se codifica para ambos sistemas.”

Nos argumentaba que por una simple razón de economía no se diseñó un sistema de transmisión diferente para las emisiones en color, ya que el haberlo hecho hubiese supuesto que miles de familias, o quizás millones, tuviesen que comprar un nuevo televisor.

Este argumento, visto hoy, nos choca, ¡Vaya si nos choca!

Hemos pasado de la emisión en analógico a la emisión en digital y los consumidores hemos tenido que costear la compra de un decodificador para adaptar la recepción de la nueva señal a nuestros televisores o, si teníamos el suficiente dinero, comprar una televisión nueva.

En la actualidad estamos viviendo una nueva migración de frecuencias para dejar espacio a la nueva señal 5G de los teléfonos móviles. Cuestión que volverá a ser costeada con dinero que pondremos los televidentes.

¿Qué está importando? ¿La minimización del gasto como se argumentaba cuando empezaron las emisiones en color o los intereses empresariales?

¿O quizás entonces, cuando empezaron las emisiones en color, y ahora, con la televisión digital y la telefonía 5G, solo importan los interese empresariales pero nos los visten como un interés social, nuestro, de las personas físicas?

Dejo en tu mente la respuesta…

Este argumento es el que estos días me viene rondando en la cabeza a colación de la COP25.

Parece que las pruebas se decantan por la teoría de que nuestro planeta está sufriendo un sobrecalentamiento que nos llevará a un escenario vital totalmente diferente al que han vivido nuestros padres.

En pocos años, en una o dos generaciones, nuestras condiciones ambientales van a cambiar de forma drástica.

¿Qué puede evitarlo?

¿Educar al consumidor para que tenga costumbres ecológicas? ¿Manifestaciones? ¿Declaraciones de compromisos?

No.

No te engañes.

Nada lo evitará mientras los interese de los cuatro que manejan el cotarro no se alineen con los de nuestro planeta.

Mientras quienes tú y yo sabemos sigan ganando dinero para costearse sus lujos, a costa de tu bienestar y del mío, el planeta seguirá sufriendo y se seguirá calentando.

La tecnología para evitar las emisiones de gases existe.

Nikola Tesla experimentó con tecnología para la transmisión de energía  a distancia de forma gratuita. Lamentablemente, según la “teoría de la conspiración” murió en el intento.

Tenemos todo lo que necesario para cesar las emisiones, y digo cesar, en menos de 10 años. ¿Por qué no la aplicamos?

La respuesta es obvia: nadie de los que actualmente se lucran con las emisiones se lucraría de la misma forma con esa tecnología.

Como he dicho antes, en los sesenta y en los setenta interesó utilizar la misma forma de transmisión para las señales de televisión en color y en blanco y negro. Nos argumentaron que así se era más eficiente.

Pocos años después interesó cambiar el sistema de transmisión de analógico a digital (cambiar la tecnología) y fue necesario adquirir un decodificador o una televisión nueva. De nuevo nos argumentaron que era por nuestro bien.

Hoy vemos cómo nuestro clima cambia, cómo nuestras costas retroceden por la subida del nivel del agua, cómo nuestros glaciares desaparecen, cómo nuestros mares se mueren por la subida de la temperatura… Pero seguimos haciendo lo mismo que ayer: Nada.

No necesitamos cambiar nuestros hábitos porque somos incapaces de hacerlo.

Lamentablemente somos parte de ese rebaño de humanos que Charlton Heston retrató en “El planeta de los simios” de 1968. Rebaño que sigue las órdenes de sus amos, mansamente, aunque esas órdenes supongan la muerte o el desvivir de los componentes del hato.

Solo nos queda una esperanza: Que alguien con visión empresarial obtenga la forma lucrativa de rentabilizar la no emisión de gases de efecto invernadero. Estamos en manos de un gran empresario que nos salvará. Nosotros, el rebaño, el ganado, la recua, la piara en la que la humanidad se ha convertido, necesitamos un amo que nos salve.

Sin él estamos perdidos. Fin de la transmisión.




miércoles, 16 de octubre de 2019

Abuelo con 51 años (III)


El hijo se resistió,
pero el primer nieto fuer varón.



Este cigarro es el que más me gusta, el que me fumo ya tranquilo después de dejar arreglados los animales. Les he echado pienso y paja. Hoy no he querido sacarlos, con tres días lloviendo la tierra se pone imposible y las ovejas se revientan.

Desde el sábado, que empezó a llover, ya ha llovido más que todo el mes de octubre del año pasado. No es que haya llovido mucho, pero es que el año pasado no cayó una gota. Antes de estos días cayó en San Miguel y el día de la Virgen del Rosario. Después de estas aguas vamos a tener buena ricia y espigas, hasta que empiece la siembra va a haber alimento.

Me gusta fumar mientras llueve…

Antonio… Las chicas me han dicho que le van a poner Antonio.

¡Por fin un chico! Hemos tenido seis partos y un aborto. Seis chicas y el aborto un chico. El único chico que engendramos no subió. La Cleo abortó con cuatro meses. Lo enterré en el cementerio, me acompañaron la Vicenta y la Ana. La Vicenta ha sido una chiquilla muy despierta y con cuatro años que tenía quiso venir conmigo. La Vicenta ya tiene dieciocho y la Ana veintiuno. Hace ya catorce años y parece que fue ayer…

Parece que ahora arrecia… Corre el agua por el callejón.

Me ha dicho la Cleo que le van a poner Antonio por el hermano que se le murió a su padre. Se murió cinco días antes que mi Carmen. Ya hace siete años. El aborto lo sentí, pero que se muriera mi ángel… La Carmen era como un ángel y con solo dos años se la llevó Dios. Esos días han sido los más tristes de mi vida. Los míos y los de mis chicas. La Emilia, con dieciocho años, lloraba como una Magdalena. Y hoy ha parido a Antonio... ¡Cómo pasa la vida!

Su marido, como no hemos sacado las ovejas, ha podido estar en el parto. Dice la Pen que cuando le han dicho que era chico le han brotado lágrimas y ha dicho que se llamaría como su difunto hermano.

¡Pero hoy es un día de alegría! ¡Por fin un chico! ¡Me voy a echar otro pitillo!

Llueve pero no hace frío. En un par de días tendremos sol otra vez.

Recuerdo cuando se murió Antonio, la Cleo se impresionó y cuando llegamos a casa, después del entierro, acurrucó a la Carmen y a la Ángeles sollozando, diciendo que no quería que a sus chicas les pasara nada. Una tenía dos años y la otra cinco. ¿Quién le iba a decir que a la pequeña la enterraríamos seis días después…?

Pues como lloviera ayer en Talavera como hoy aquí, se mojó Franco con toda seguridad. En la radio no dijeron nada de si llovía o no mientras inauguraba la presa, pero seguro que se tuvo que poner la trinchera. ¡Cómo llueve ahora!

Bueno, ya soy abuelo… Cincuenta y un años y abuelo…

Tendremos que avisar por carta a la familia, el primer nieto lo merece.

Este abuelo se va a pasar para dentro a ver si ya han preparado la cena. Con cinco chicas… ¿Cuántos nietos tendré?



viernes, 11 de octubre de 2019

Felizmente casado

Quien no es feliz
es porque no quiere.


Dieciséis años… Parece que fue ayer cuando estábamos haciéndonos estas fotos y han pasado dieciséis años. ¡Hoy dieciséis años de mi boda...! ¡Qué guapa estaba! Parece que fue ayer… Once de octubre de dos mil tres… ¡Que día tan especial tuvimos!

Y lo que ha cambiado mi vida desde entonces… ¡Para bien claro!

Que brillo tenía en la mirada mientras me daba las arras. ¡Qué foto más bonita!

Recuerdo que antes de casarme, siendo novios, tenía costumbres ciertamente licenciosas… Los sábados por la noche se convertían en vómitos al alba en compañía de mis amigos. La dejaba en su casa y buscaba a mis amigos. ¡Vaya juergas! ¡Y vaya castigo al hígado! Desde luego eso no era buena vida…

Después de aquel once de octubre todo cambió. Gracias a Dios…

Qué cielo más bonito… Nuestro fotógrafo captó detalles impresionantes. Qué juego de luces… El naranja del atardecer contrasta con la luz de la mirada de mi cari.

Aun así aún caí en la tentación varias veces… Que recuerde al menos seis… Pero mi cari me salvó, me prohibió salir solo con mis amigos. ¡Me salvó! ¡Cómo la adoro!

Y poco a poco fue cambiando mi vida, lentamente, es normal, ya se sabe que enderezar el árbol torcido lleva su tiempo… Son años de poda, de atar ramas para cambiar su dirección, de redirigirlas…

Pero mi cari ha sabido hacerlo y ha hecho de mí un hombre de provecho.

Lo primero que hizo fue implicarme en las tareas domésticas. ¡Algo que mi madre no fue capaz de hacer! Pero claro, no voy a comparar a mi cari con mi madre…

Descubrió que era un experto con la plancha, que tengo un don natural para, en pocas pasadas y si esfuerzo, dejar la ropa perfecta. Planchar una camisa no es nada del otro mundo, ni siquiera unos pantalones… ¡Pero un vestido! ¡Eso sí que es arte…! Le dejo la ropa a mi cari mejor que la tintorería.

¡Qué alegría desprende esta foto! Recuerdo perfectamente cuando nos la hicieron, entrelazamos los brazos a la entrada del salón para beber las copas de cava. ¡Qué bien me sentía!

¿Y la pintura? ¡Soy un maestro de la brocha gorda! Mi madre no supo enseñarme, pero mi cari sí que ha sabido hacerlo… Mi madre venga a explicarme como he de coger la brocha, que si le das en esta dirección que si después en la otra… ¡Nada! ¡No supo enseñarme! Pero mi cari… ¡Ella sí que sabe! Recuerdo que un día me dijo: “Cari, este fin de semana vas a pintar el salón, vamos a por la pintura, yo elegiré el color. Tú compra todo lo que necesites. ¡No quiero ver una gota! Así que entérate bien de como tienes que hacerlo.” ¡Que sabia! No me dijo ni hazlo así ni hazlo asá… Solo me dijo “¡Hazlo!”. Ese fin de semana descubrí mi habilidad oculta con la brocha. En estos dieciséis años me he pintado la casa cuatro veces. ¡Soy un as de la pintura!

¡También fui un as cortando la tarta! Esta foto es de lo más graciosa…. ¡Vaya cara tengo…! Parece que entro a matar al toro… ¡Ni Padilla se pone tan feo!

Pero lo que más le agradezco es que me haya salvado de los vicios. Los fines de semana que salía con mis amigos volvía tardísimo, con alguna copa de más, algunas veces hasta nos fumábamos un canuto… ¡Vaya vida de asco! Mi hígado seguro que estaba sufriendo lo indecible. Aunque me prohibió las salidas con ellos, yo alguna vez me escapaba. Todo cambió cuando llego mi hija, gracias a Dios. Tenía mi hija dos meses, era un viernes y mi cari me dijo: “A partir de ahora quien va a salir todos los fines de semana voy a ser yo. Tú no eres capaz de corregirte, así que tengo que tomar esta decisión: Te quedas con la peque y yo salgo con mis amigas, así tú no te escapas, porque si lo haces y dejas a la peque sola… ¡Te mato! ¡Ni se te ocurra! Así no te descarrías más.” ¡Qué sabia! ¡Cómo supo hacerlo para cortar de raíz mis extravíos! Ella desde entonces sale todos los fines de semana y yo me quedo en casa. No vuelve muy tarde… casi nunca al alba. ¡Y la veo tan feliz…!

Hoy quería salir conmigo a cenar, pero sus amigas le han dado una fiesta sorpresa para celebrar nuestro aniversario y no hemos querido hacerles el feo. Ya celebraremos nuestro aniversario otro día.

¿Y el vals de apertura del baile? Que patoso… ¡Hasta en la foto se notan mis nervios!

Es estas fotos faltan mis soles, mi  chiquitina y mi chiquitín. Me paso mucho tiempo con ellos y los disfruto. Se llevan dos añetes, son tan iguales… He asumido la obligación de llevarlos a las actividades extraescolares, de estar en los grupos de WhatApp del aula y de las actividades, de ir las reuniones del colegio, de acostarlos, de levantarlos… Es como si solo tuvieran padre y eso entristece enormemente a mi pobre cari por no poder estar con ellos. Mi cari, como trabaja con jornada partida, no puede encargarse ella, manque le pese. Pero gracias a que yo me encargo de todo mi cari no está estresada como las madres de los compañeros de mis hijos. ¡Esas son inaguantables! ¡Vaya brujas! Esos gritos, esos ojos de locas que les ponen… ¡Qué horror! Mi cari tiene esa cara de relax…

Me encantan  esas caricias que me hace mientras apoya su cabecita en mi hombro por la noche, cuando he terminado de acostar a los chicos y nos ponemos un rato a ver una serie… bueno, mi serie, porque yo solo veo una, no me da tiempo a más. La eligió mi cari, que sabe perfectamente lo que me gusta. Ella sigue alguna más, tiene más afición que yo, es casi una friki de las series…

Dieciséis años ya… ¡Que feliz me siento!


sábado, 7 de septiembre de 2019

Un crucero llamado Soledad


Un gentío a tu alrededor
no implica compañía.


Cuatro metros. Calculo que tiene cuatro metros cuadrados...

Estoy en cuatro metros acompañada de la soledad.

Nunca imaginé que trabajar de primera voz en el show de un barco pudiera hacerme sentir tan sola.

¿Cuantas personas viajarán conmigo? ¿Cuatro mil? ¿Cinco mil? 

Y los únicos seres a los que siento cerca son esos que vuelan acompañando al barco. Blancos...

Blancos por la luz que reflejan del crucero. No son todos iguales... Unos parecen gaviotas. Otros murciélagos... Pero son todos blancos... Parecen ángeles que vinieran a acompañarme… A buscarme...

Soledad...

Yo en los cuatro metros cuadrados del balcón del camarote, esos seres volando paralelos al barco y la tormenta en tierra a lo lejos. Soledad.

Siento deseos de volar con ellos y ser uno más... Un ser más... Un rayo más...

Sentiría la sensación de liberación por no más de dos segundos, los que tardaría en caer al mar. Sentiría el impacto... El frescor del agua... Esa sensación... Me convertiría en un ser más del mar... De la mar. Pero por poco tiempo... Las aguas y sus remolinos me engullirían y en pocos segundos acabarían con mi consciencia... Acabarían con mi soledad...

Y siguen ahí... siguen volando en paralelo al barco...

Y sigue mi soledad...

Y sigue la animación en el barco. Una animación distinta en cada ambiente. Esta noche he pasado por todos buscando un imposible: compañía.

¡Sentirse acompañada en un crucero!

Los pasajeros alegres bailando al ritmo que marcan los animadores. Todos con el mismo ritmo, el mismo paso. Ritmo embotellado, artificial... Como mi sonrisa...

He pasado por todos los bares. Distintos ambientes. Distintas personas. La misma sensación: soledad.

Ya se oyen los truenos de la tormenta, parece que nos acercamos... Parece que supiera de mi lamento y con su voz sorda convertida en trueno viniera a consolarme.

Solo siento soledad...

Soledad...

Tantas cosas vienen a mi mente... Tantos universos paralelos en los que no estoy yo y puede que mis otros yoes no sientan esta soledad y sientan el disfrute de la vida...

Soledad...

Siguen volando en paralelo al barco cuán luciérnagas... La luz del crucero se refleja en sus blancos cuerpos mientras vuelan…

La tormenta a lo lejos... Cada vez se oyen más los truenos...

Yo en mi  balcón con mi soledad...

Soledad.


viernes, 23 de agosto de 2019

Aquí estoy yo, tomando el sol.


En verano, tomando el sol,
se cortan trajes a medida.


Qué color tostado y luminoso me está quedando… Claro, que mi piel no es como la de estas, que cogen un color ceniciento…

Anda que la del bikini blanco… Todas las tardes con el mismo bikini. ¡Se le está poniendo gris! ¡Yo creo que ni lo lava! Esta está quemada, quemada… Vaya escote de arrugas se le ha puesto, desde luego no se parece en nada al mío… Y esas tetas… Ni tetas ni nada, parecen ubres secas de cabra.

Y aquí estoy yo, tomando el sol… En las piscina, con mis amigas tomando el sol…

Mi cremita, mi protector y vuelta y vuelta toda la tarde. ¡Ay señor, qué verano más trabajoso llevo!

Mira… Ya viene la de negro. Esta todo el verano con el bañador negro. Claro que si se lo pusiese blanco parecería Moby Dick… Así disimula, como el bañador es tipo faja, lleva toda la tripa apretá, que una tarde se va a asfixiar y vamos a tener que avisar al socorrista. Claro, que lo mismo es lo que ella quiere… ¡Con esa figura su marido seguro que huye a la carrera todas las noches!

Ni yo… Se va a comparar conmigo… Tengo estas lorzas que se me quedaron, pero en mayo me quité cinco kilos de los ocho que me propuse. ¡Estoy perfecta!

Y aquí estoy yo, tomando el sol… Y mis amigas que van llegando…

¡Ya viene, la que faltaba! ¡Vaya modelito trae hoy! Hoy de estrene… ¿Y pensará que va guapa? ¡Se compra los bikinis tres tallas más pequeñas! Esos tetos apretaos que se le van a salir del sostén… ¡Pero hija, que aquí vienes a estar con tus vecinas, que no vas a la municipal a pillar rumanos! ¡Vaya pinta choni! ¡Hala…! Sí, ponte así, sí. Vaya panorama nos ha enseñado al agacharse para poner la toalla… ¡Ya podría depilarse el culo! Y las gomas de la braga del bikini se le marcan bien marcadas en las piernas y la cintura… ¡Que estilazo!

Mira, yo me compro los bikinis en el chino, baratitos, y ella de marca… Así le pasa, a ella se le marcan y a mí me quedan como un guante… Claro que igual me pasa como a ella con los pelos, en cuanto llegue a casa me agacho frente al espejo no vaya a ser que también se me escapen los pelos del chocho como a ella…

¡Ay señor! Aquí estoy yo, tomando el sol… Estas parece que hoy no tienen ganas de hablar… Me daré protector a ver si se va animando la tarde…

Y falta la de la silla con sombrilla… No tardará en llegar… ¡Todas las tardes se le salen las tetas! Claro, tiene de cadera tres tallas más que de pecho y la parte de arriba le queda grande. ¡Tetas al aire! Y claro, como las tiene colganderas, en cuanto se mueve para darse la vuelta se le escapan por todas partes. ¡Para esas tetas de puñete que tiene! Claro, que si las tuviese mayores le llegaban al ombligo…

Para tetas estas mías… Sí, que se nota que he tenido a las dos chicas, no son las de antes, pero no son como las suyas, dónde va a dar…

Hala, ya tengo bastante protector, ahora boca abajo. ¡Ay señor! ¡Qué duro está siendo el verano! Aquí estoy yo… Tomando el sol…




sábado, 27 de julio de 2019

¿Dónde están mis musas?


En verano y con la calor
hasta las musas se duermen.


¿Y qué escribo?

Mi compromiso es claro: Al menos un relato al mes.

Se me está acabando el tiempo…

¿Y qué escribo?

La inspiración no aparece. Y mi compromiso es claro… ¿Tendré que demandar a mis musas?

¡Ya tengo culpable! ¡Mis musas están conspirando para que no cumpla mi compromiso!

Pero ideas tengo…

Tengo vivencias que puedo transcribir, con los adornos correspondientes, y publicarlas. Pero mi estilo no es el del relato de una secuencia de sucesos. No. Mi estilo es el pensamiento de una persona que dura el tiempo que dura la lectura de mi escrito.

¡Y ahí es donde mi inspiración me está vendiendo! ¡Las musas conspiran contra mí!

Me viene a la memoria aquella canción de Aute: “Las musas” ¡Ay las musas!

Tengo temas… Muchos temas…

La reunión lúdico festiva con los amigos para recordar “Aquellos maravillosos años”. El veintiséis aniversario de mi boda. La salvación de la cabeza de la Virgen. La vecina y su relación con su ex. La procesión del 14 de septiembre con el Cristo. El fusilamiento de un padre en un pueblo de Teruel mientras su hijo, escondido en un arroyo cercano, presencia horrorizado el crimen. Las múltiples historias que me cuentan mis clientes Mis discusiones de pareja… Y vuelve Aute (las musas deben estar con huelga de celo): “Quiéreme”.

Yo he de ponerme en los zapatos de uno de esos personajes y ver el mundo a través de sus ojos y poner, negro sobre blanco, lo que ese personaje siente durante poco más de dos minutos. Pero claro, si la inspiración no aparece, si mis musas se han dormido… ¡Pues no hay relato!

Huelo a tabaco... Seguro que la vecina está fumando…  Se ha debido abrir la puerta del patio.  Con lo que me molesta el humo… ¡Me hace daño! ¡Noto como irrita mis pulmones! Hala… ¡A cerrarla!




viernes, 28 de junio de 2019

Abuelo con 51 años (II)


Cuando se han tenido tantos hijos,
la primera nieta solo es una más.


¡Pues no está poco preocupado! ¿Siendo primeriza que esperaba? Si hubiese parido ya once veces como la mía no se le hubiese atascado…

¡Que tiene la cabeza deformada! ¡Puñetas! ¡Si se muere otra harán!

Esta tarde cuando diga esta iremos a verlas, ahora hace mucho calor. La Mari se ha ido con él a conocerla, se va a llevar seis años y medio años con su sobrina, la verá como una muñeca, se le nota la ilusión.

¡Anda que…! Si tenía los ojos arrasados de agua...

No entiendo su preocupación, a mí se me murieron siete… Esta paría y si lo que naciera era fuerte salía y si se moría pues hacíamos otro.

¡Qué tontería preocuparse!

¡Vaya calor hace hoy!

Si hubiera hecho este calor hace quince días ahora ya estaríamos segando. Este año va la siega retrasada, otros años por San Pedro ya llevamos diez días de siega, y San Pedro es mañana... No sé si las bombas nucleares esas que están explotando en América tendrán que ver con este retraso.

Claro, que si llegamos a estar de siega lo mismo se mueren las dos, la madre y la chica. Mi hijo se tendría que haber ido antes de salir el sol a la siega y su mujer se habría quedado sola. Dice que él ha estado pendiente de la partera y del médico.

Aunque si no es por la partera nace muerta. Y se estraña… ¿Qué esperaba? Los médicos no valen para los partos. Los hombres no están hechos para ayudar a parir, eso es cosa de las mujeres.

Que les ha dicho el médico esta mañana que aún no había empezado el parto… ¡Que sabrá este médico de partos!

Voy a echarme un celtas. A ver si me dejan fumármelo tranquilo todos estos, ojalá se hubiesen casado ya todos, pero solo se ha casado el mayor... Como venga alguno: “¡Morral! ¡Ya te estás yendo!”

Yo no me acuerdo de mis abuelos, mis padres eran ya mayores cuando me tuvieron. Claro, que eran otros tiempos…

Ahora dos viudos con hijos no se casarían. Y con su edad… No les dio tiempo más que para tenerme a mí. Siendo los demás hijos ya muy mayores, dicen que cuando nací yo era el juguete de todos, “mi marquesillo” dicen que me llamaba mi madre, por eso mi mote.

Yo fui fuerte y salí. Si la nieta es fuerte saldrá y si no pues a por otro.

No le he preguntado cómo se va a llamar, aunque lo mismo ni la bautizan, según me ha dicho que está lo mismo no llega a mañana.

Esta tarde iremos a verlas. Ya se habrán recuperado un poco. Casi cincuenta y un años y abuelo… ¿Nietos para qué? Para sus padres.



martes, 28 de mayo de 2019

28 de mayo de 1939


A gran devoción
grandes festejos



Este año se han cumplido ochenta años del fin de la guerra.

Hoy se cumplen ochenta años de la primera fiesta del Cristo después de la guerra. Tal día como hoy de hace ochenta años la procesión del Cristo salió a la calle después de dos años sin celebrarse.

En mil novecientos treinta y seis las imágenes del Cristo, de la Virgen y de otros santos fueron quemadas. Se salvaron las cabezas del Cristo y de la Virgen, que fueron rescatadas por dos fieles vecinos, arriesgando su vida.

En mil novecientos treinta y siete y en mil novecientos treinta y ocho no hubo procesión ni actos litúrgicos. No hubo fiesta. La guerra había secuestrado a los hombres jóvenes y con ellos secuestró las ilusiones de los padres de los solteros reclutados y la vida de los hijos y esposas de los casados.

Tal día como hoy, el veintiocho de mayo de mil novecientos treinta y nueve, salió de nuevo la procesión, pero esa procesión fue diferente. No había imagen. El Santísimo Cristo de los Pastores había sido quemado al inicio de la guerra.

Pero la devoción de los villarejeños fue fuerte, como siempre ha sido, y la imagen en tres dimensiones fue sustituida por una en dos. Una fotografía de nuestro venerado Santísimo Cristo de los Pastores presidió la procesión y paseó por las calles de Villarejo de Fuentes visitando cada una de las puertas de sus devotos vecinos.

A mis siete años quedaron grabadas en mi retina las lágrimas de las gentes que, cuando ese cuadro de Jesús se encaraba con la puerta de su casa, brotaban de sus ojos desnutridos, como si quisieran limpiar los sufrimientos de casi tres años de guerra y calamidades.

Durante aquella fiesta, algunas mujeres del pueblo que habían sufrido abusos y robos de los cabecillas de los desmanes, subidas a un cajón, improvisaron coplas denunciando, con cómicos aspavientos, los robos de jamón, trigo, vino, leche, animales…

No fue una fiesta normal, no. Pero fue el inicio de la vuelta a la normalidad.

Ochenta años ya… ¡Y parece que fue ayer!





martes, 30 de abril de 2019

Mayo en la distancia

Llega mayo,
no me olvido.

Buscando savia con la que sobrevivir
Te encontré a ti, atípica isla
En el océano femenino.
Después de navegar sin rumbo
La mar llevo mi nao a tu orilla.
Te exploré, te tanteé, te descubrí.
Mis raíces encontraban en tus tierras,
El calor que necesitaban
Para crecer sin huidas.
Fuiste mi soporte.
Fuiste mi abono.
Fuiste mi alimento.
Fuiste mi amor.
Y digo fuiste por que fue entonces,
Cuando te descubrí,
Cuando empecé a sentir lo que sigo sintiendo.
Cuando empecé a ser parte de ti,
Aunque mis raices tardaron años en hundirse en tus entrañas.
Vientos y tempestades han pasado sobre nosotros.
Galernas que erosionaron mi soporte vital.
Pero mi firmeza, mis raíces, ha aguantado verdaderos huracanes.
Y seguirá aguantando.
Hoy "estamos a treinta del abril cumplido, ha llegado mayo..."
En el Sol y Sombra que crean mis ramas
He encontrado esta flor utópica,
Ha crecido con las aguas de abril,
Que aunque tormentosas,
No han conseguido amedrentarla.
Es hermosa. Como tú.
Como hermosa es nuestra vida juntos.
Esta flor quiere ser tu Mayo.
Sabes que no lo hago por los bizcochos, ni tampoco por la amistad.
Lo hago por que te quiero.
¡Mayo es!



domingo, 31 de marzo de 2019

Abuelo con 51 años (I)


El primer nieto es un gran acontecimiento,
ser abuelo marca un antes y un después.



¡Qué contenta se ha puesto al decirle que ha sido una chica!

La primera nieta para las dos familias.

Ella buscando la chica y le vinieron tres chicos. Que la primera nieta haya sido chica para ella es una gran alegría.

¡Tan contenta se ha puesto que me ha invitado a esta copa de Terry! ¡Porque estoy yo solo en el bar, que si no invita a todos!

Y viene bien esta copa... Se nota el frio de la nieve y eso que es mediodía y ya se ha deshecho. Toda la noche ha estado nevasqueando, por eso han aguantado hasta por la mañana para irse a Cuenca.

Nieve un treinta y uno de marzo no es lo normal.

No han encontrado nieve en Cabrejas. ¡Gracias a Dios! Pero ésta me ha dicho por teléfono que los pinos estaban llenos de nieve.

¡Cincuenta y un años y mi primera nieta!

Que calorcillo se nota en cada sorbo…

¡Me siento feliz!

Mi hija fue la primera y luego vinieron los otros tres. Yo también tenía ganas de otra chica, hubiese estado bien tener dos chicas y dos chicos, pero los otros tres salieron chicos... Ahora no los cambiaría.

Con el pequeño se va a llevar 12 años, no está mal la diferencia para tío y sobrina, casi el doble que se lleva mi hija con mi hermana.

¡Qué contento me siento!

¡Anda, tiene caramelos de Naranjito! Claro, que poco más de dos meses empieza el mundial…

Mi primera nieta podrá decir que nació el año en el que España organizó el Mundial de Fútbol.

¿Ganaremos el mundial? No lo veo…

De momento yo he ganado a una nieta que ésta me ha dicho que es guapísima.

¡Qué bien sienta esta copa! ¡Me reconforta y aumenta mi alegría!



martes, 19 de marzo de 2019

Recordando a Padre


Recuerdos intensos
que parece ocurrieron ayer.


El tiempo avanza y mi registro mental de paralelismos contigo me dice que cuando tú tenías mi edad yo tenía catorce años.

Aparecen los recuerdos, mis recuerdos, de entonces.

Recuerdos discontinuos.

Recuerdos de las cosas que hacíamos juntos.

Recuerdos de imágenes tuyas.

Entre esos recuerdos hoy viene a mi mente un día soleado de primavera en el que, antes de irme a la escuela, te ayudé a descargar un camión de cemento quitándole a cada palé cinco sacos para que el tractor pudiera con él. Al terminar me quité el mono, me lavé y me vestí; cogí los libros y me fui. Recuerdo volver la cabeza antes de girar la esquina y mirar cómo entrabas con el tractor y el último palé al almacén.

Siento nostalgia.

Aquella primavera fue la última en la que viví en casa.

Me emociono recordándolo.

Ese otoño salí a estudiar fuera, me llevaste tú con el camión.

Hoy yo tengo los cincuenta y un años que tú tenías entonces y en ese pasado, que está sucediendo al mismo tiempo que este presente, me veo como ese niño que está viviendo la última primavera completa con su padre y no le da el valor emocional que hoy siento que tenía.

Pensar que tengo la edad que tú tenías cuando transcurría la última primavera en la que dormimos bajo el mismo techo todos sus días me produce nostalgia, melancolía, pena...

Te echo de menos, igual que aquel niño de 14 años te echará de menos en el internado en el que vivió durante el otoño siguiente a mi última primavera contigo.

Que sepas que sigues vivo, porque mientras yo te recuerde no morirás.



viernes, 8 de marzo de 2019

Buscando la libertad


La libertad e igualdad femenina
depende de las niñas y niños que hoy educamos.


¿Soy libre?

Hace tres años, cuando salí por la puerta del que fue mi hogar, cargada de maletas, recuerdo que pensé que lo era. Al sentir el calor de la luz del sol en mi cara me dije: “¡Eres libre!”.

Ya hace tres años que me separé de él y de ellos. De mi marido y de mis hijos. Tres años.

Tres años en los que he visto como mis cortos ahorros han ido menguando a la par que mi autoestima, hasta casi desaparecer.

Tres años en esta llamada “Ciudad de la Luz” en la que mi luz se ha ido apagando.

Tres años en esta ciudad icono de la libertad y del librepensamiento que me está asfixiando con su lazo de seda.

Libertad…

Para una mujer esa palabra no tiene significado.

En mi España una mujer no tiene patria potestad, necesita un hombre para que la represente en cualquier transacción oficial.

Aquí la mujer es oficialmente libre, pero solo eso, oficialmente.

Buscaba la ansiada libertad para encontrar mi inspiración.

Buscaba mi inspiración para encontrar la libertad.

Con mi inspiración conseguiría escribir y publicar y ganar el dinero que me llevaría a la libertad.

Sin dinero no hay libertad, y este mundo luminoso y libre que me rodea está resultando ser  en realidad como el piso de la calle Aribau de mi Andrea. Me asfixia, me ahoga, me estrangula…

“Solo te pongo una condición para firmar la separación: Que no escribas sobre nosotros.” Mi marido mató mi inspiración. Si no puedo escribir de mi experiencia, ¿de dónde saco mi inspiración? Por ser mujer condicionó mi salida. Si yo hubiera sido el hombre mi salida habría sido sin condiciones.

Él me robó las ideas y esta sociedad está robándome la vida.

Esta sociedad que exige la liberación de la mujer, la legalización del aborto, la igualdad de derechos… Está acabado conmigo. Mayo del sesenta y ocho provocó este sentimiento social y me trajo aquí, pero yo sigo sintiéndome tan presa como mis mujeres de Nada.

¿Cuándo nos sentiremos libres de verdad? ¿Cuánto tiempo ha de pasar? Hace veinticinco años de Nada y todo parece seguir igual.

¿Necesitamos otros veinticinco  años para ser y sentirnos libres? ¿Qué será de mí dentro de veinticinco años, a las puertas del nuevo siglo?

La libertad femenina no debe mendigarse. La libertad femenina ha de ejercerse.

Pero para ejercer la libertad primero hay que sentirla, hay que creerla, hay que inhalarla. Y yo en esta libre ciudad de la luz ni la siento, ni la respiro, ni creo en ella. Yo no tengo libertad.

Ojalá que dentro de treinta años las mujeres y hombres que hoy educamos sepan vivir en plena igualdad y se respeten entre ellos como iguales.

Ojalá.




miércoles, 13 de febrero de 2019

Febrero de 1989.


Cuando una historia comienza con ilusión,
la ilusión alimenta la historia.



Recuerdo tener una idea de lo que buscaba, pero no tener pensado nada en concreto.

Recuerdo ir mirando los escaparates de las joyerías que encontraba camino de la calle Mayor.

Recuerdo quedarme parado delante de la joyería de la calle Tinte, después de haber recorrido la calle Talamanca.

Recuerdo escrutar los colgantes expuestos, uno a uno, sin prisa.

Recuerdo que mis ojos quedaron prendados de uno de ellos, un pequeño librito, chapado en oro, que dentro tenía un corazón.

Recuerdo pasar a verlo más de cerca y preguntar para saber si estaba dentro de mi presupuesto.

Recuerdo que me lo llevé.

Recuerdo que ese fin de semana descubrí que mi tesoro era una delicada flor de pupilas azules a cuya piel, casi transparente, solo le convenían los metales preciosos.

Recuerdo preguntar, con cara de “dime que sí por favor”, si te lo podrías poner.

Recuerdo tu cara de “no hay problema” cuando me contestaste que si lo llevabas un rato, solo cuando estuvieras conmigo, no pasaría nada, y que alguna vez tenías que llevarlo más tiempo te pondrías un jersey con cuello alto para que no te rozase la piel.

Recuerdo verte radiante con él.

Recuerdos…

Recuerdos de hace treinta años.

Yo entonces tenía veintiuno y era el primer regalo que le compraba a una chica. A mi chica.

Tenía muy claro que eras la chica con la que quería compartir mi vida. Estaba totalmente seguro, me lo susurraba mi corazón y lo corroboraban las mariposas que, sábado tras sábado, me acompañaban, en el tren que de Alcalá de Henares me llevaba a Cuenca, rozando con sus alas mis sentimientos más profundos.

Recuerdo pensar que en ese pequeño librito de amor empezaríamos a escribir nuestra historia.

Recuerdo que fue el sábado de la semana de San Valentín cuando te di mi regalo.

Recuerdo quererte tanto…

Tanto, tanto, tanto ya entonces te quería, que esos sentimientos siguen, treinta años después, tan presentes como antaño, con la misma intensidad...

Noto la presencia de mi amor por ti a cada instante. Treinta años juntos es toda una vida acompañándonos.

Treinta años de recuerdos que empezamos a escribir en aquel colgante chapado en oro, aquel  pequeño librito con un corazón en su interior, que te regalé en febrero de mil novecientos ochenta y nueve…




miércoles, 30 de enero de 2019

Cómo me veo. Cómo me ven.


¿Quién somos realmente?
¿Somos como nos sentimos o somos como nos ven?



“¡Bien Bea! ¡Estas hecha una Maradona!”

¿Sabrá Bea quien fue Maradona?

Por la cara que le ha puesto a su tío creo que no. Más bien sabe quién es hoy Maradona…

Para Pepe, decirle a Bea que es una Maradona es uno de los mayores cumplidos que le puede hacer, Bea es una excelente futbolista. Pero está claro que Bea no identifica “estás hecha una Maradona” con un cumplido.

Con sus trece años seguro que se identifica con Torres o con Griezmann, los ídolos de su equipo. Seguro estoy que conoce la alineación de cada partido de su Atlético de Madrid y que las recordará durante mucho, mucho tiempo.

Pepe, con sus cincuenta años, recordará, con toda seguridad, las alineaciones del Barça de cuando él tenía la edad de Bea. De cuando Maradona era el mejor jugador de su Barça y de España. Seguro que recita, si dudar ni un solo jugador, la alineación del partido en el que Maradona fue ovacionado en el Bernabéu en junio de mil novecientos ochenta y tres.

Pepe sigue sintiendo ser aquel niño que idolatraba a sus héroes futbolísticos. Sus recuerdos siguen anclados en la que fue su etapa preadolescente y, seguro estoy de ello, se ve a sí mismo como aquel niño de ilusiones infinitas.

¿Cómo vemos los demás a Pepe? ¿Cómo lo ven sus amigos?

¿Cómo lo habrán visto sus quintos en la celebración que hicieron el verano pasado en su pueblo?

Me contó que, después de cenar y de haber tomado un par de copas, se sentó a observar un rato como los demás se relacionaban entre sí. Algunos llevaban años, incluso decenios, sin verse. Se sorprendió de ver a sus cincuentones amigos interactuando como cuando aún no tenían veinte años, cuando aún eran aquellos posadolescentes que cortejaban a las chicas que deseaban, hoy mujeres. Se sorprendió de ver de nuevo aquellos ademanes de conquista por parte de ellos y aquellas miradas picaronas de ellas hacia ellos.

Me contó que recordaba las conversaciones de ese día con sus congéneres como si el tiempo no hubiese pasado en los últimos treinta o treinta y cinco años. Que poco a poco fueron surgiendo los lazos de amistad que tenían cuando gozaban de esos quince o veinte años. Y que también aparecieron las rencillas, los deseos, los amores… que entre ellos y ellas surgieron en aquella etapa en la que se estaban formando como personas adultas.

Hoy Pepe anima a Bea comparándola con Maradona.

Quizás todos nos sentimos muy cerca de quienes fuimos cuanto teníamos entre quince y veinte años.

Los demás nos ven como aparentamos ser hoy.

¿Quién somos realmente? ¿Somos como nos sentimos o somos como nos ven?

Ahí va de nuevo Bea… ¡Qué bien juega!