domingo, 24 de diciembre de 2017

Pregúntale a la ventana.

No cambiamos.
Somos quienes somos. No cambiamos.


Pregúntale a la ventana.

Ella ha escuchado todas mis palabras. Ella ha oído cómo te hablo. Ella ha sentido mi corazón palpitar.

Ella sabe lo que siento por ti.

Pregúntale a la ventana…

Ella ha sido testigo de besos robados.

Ella ha oído mis susurros desesperados.

Ella sabe cómo te amo.

Ella sabe cómo me siento.

Ella sabe lo que siento.

Ella sabe cómo te siento.

Ella sabe…

Pregúntale a la ventana….

Ella ha visto como compartimos nuestro wiski con naranja.

Ella sabe que lo que yo te cuento al oído no es un cuento…

Ella sabe que lo siento…

Pregúntale a la ventana,

Pregúntale…

Fue nuestra testigo. Testigo silencioso. Pero testigo.

¿Recuerdas?

Pregúntale…

Pregúntale si lo que yo te contaba lo sentía o solo era un cortejo.

Pregúntale…

Que te diga la verdad. Ella no te mentirá. Pregúntale.

¡Pregúntale a la ventana! ¡Pregúntale!

Pregúntale. No te mentirá…

Y pregúntale si hoy, veintinueve años después, lo sigo sintiendo.

¡Pregúntale!

Pregúntale…

Quiero que ella te lo diga.

Quiero que lo sepas. Si soy quien te lo digo puede que no lo creas.

Pregúntale…

Que te diga que no he cambiado.

Que te diga lo que sigo sintiendo.

Que te diga quien eres para mí.

Pregúntale…

Y sobre todo… ¡escúchala!

¡Escúchala!

¡Escúchala!

No cambiamos. Nunca cambiamos. Seremos siempre quien somos.

No cambiamos. No… No cambiamos.

Y el AMOR me ayuda a no cambiar.

¡Pregúntale!

¿Necesitas que te lo diga Perales? ¡Escúchalo!: ¿Que pasará mañana? 

Después en la ventana amaneció....


Todo hombre tiene dos caras

Todo hombre tiene dos caras:
El hombre que finge ser y el que es en realidad.


¡Hola bonita!

Te ha aguantado bien el maquillaje…

El disfraz ha funcionado. Como casi siempre.

Elegí bien el color de la barra de labios. Me aconsejó bien la de Yves Rocher. Este “Grand Rouge” ha aguantado toda la noche y, por las miradas que recibía, resaltaba sobre el resto de la pintura.

¿Quién eres? ¿Quién soy?

Te veo ahí, al otro lado del espejo, y veo una cara bonita, atractiva, luminosa…

Me siento aquí, a este lado del espejo, y siento mis dudas, mis ansías, mis deseos, mis cuitas…

¿Quiénes somos?

Los demás te ven a ti. Yo me siento a mí.

Los demás ven esos labios rojos. Esos ojos sombreados de azul. Esas cejas alargadas por el rímel. Esos pómulos pintados. Ese pelo tintado…

Yo siento mis labios resecos. Mis ojos cansados. Mis patas de gallo. Mis ojeras. Mis canas. La presión en el pecho. La quemazón en el alma. Mi vivir sin vivir…

¿Quién soy?

¿Soy quien aparento ser o soy quien siento que soy?

¿Quién?

A nadie le cuento mis anhelos. Solo yo conozco lo que quisiera hacer. Y sé que no es posible. ¡Tú me lo impides!

¿Quién eres?

Vistes mostrando lo mejor de mí y disimulando aquello que detesto. Eres una sombra de lo que realmente soy. Una sombra bonita, luminosa, seductora… Pero una sombra.

Tú no sientes lo que yo. Solo finges ser lo que a mí me gustaría ser. Finges, sí, finges, porque yo sé que no eres como pareces ser. Porque sé de tus sueños. Porque sé de tus desvelos. Porque sé de tus miedos. Porque sé de tu arrojo. Porque sé quién eres.

Sí, sé quién eres. No eres quien veo. Eres quien siento. No eres quien ven. Eres quien siento. No eres a quien miran. Eres quien siento. No eres a quien desean. Eres quien siento.

Sí. Sé quién eres. 

Sí. Sé quién soy.

Y en un par de minutos te voy a quitar la pintura que llevas encima para volver a ser yo y dejar ser tú.



lunes, 20 de noviembre de 2017

1975. El inicio de un nuevo tiempo.


Cuando un hecho histórico ocurre,
siempre recuerdas qué estabas haciendo en ese momento.


“Con profundo sentimiento, doy lectura al comunicado siguiente: Día veinte de noviembre de mil novecientos setenta y cinco. Las casas civil y militar informan a las cinco y veinticinco horas, que según comunican los médicos de turno, su excelencia el Generalísimo, acaba de fallecer por parada cardiaca como final del curso de su shock tóxico por peritonitis.”

¿Y ahora qué?

El ministro de Información y Turismo lo acaba de decir por la Cadena Ser.

¿Qué va a pasar ahora?

Aún no ha amanecido, pero seguro que los tanques ya están por Madrid. Después de ese comunicado en la radio han puesto marchas militares. ¡Y Santiago en El Goloso haciendo la mili!

El pequeño de los cuatro, con veintiún años, como estalle la guerra es el primero en salir al frente.

¿Vamos a volver al treinta y seis?

A mí, por mi edad, no me van a movilizar, con cincuenta años ya tengo la licencia total, cuando cumplí los cuarenta y nueve fui al cuartel de la Guardia Civil a que me la sellaran. En la Guerra Civil me libré por poco. Cumplí los catorce cuando ya había acabado.

Pero ¿mis hijos? El mayor veintiocho y el pequeño veintiuno. Los cuatro están en edad de reclutamiento, y al pequeño no hace falta que lo movilicen, que está en el cuartel.

Las ovejas ya las he ordeñado. Andrés no tardará en llegar para sacarlas, seguro que ya se ha levantado y ha oído también la noticia. Él tiene televisión, se casó en septiembre y lo primero que hizo fue comprarla. Como estalle la guerra y lo recluten igual no le da tiempo a preñar a su mujer. 

Seguro que en la tele están diciendo más cosas. La radio parece que la han tomado los militares, solo están emitiendo marchas militares. La Cadena Ser, Radio Intercontinental, Radio Nacional… Todas tienen marchas militares.

Hoy no puedo almorzar. Se me ha hecho un nudo en el estómago.

Felisa en cuanto se levante y se lo diga se va a echar a llorar. ¡Con cuatro hijos en edad militar!

Y los mayores con las mujeres preñadas. Tomás ya con dos chicas y lo que venga. La mujer de Luis tiene que parir en enero. ¿Qué futuro les espera a mis nietos?

¡Están doblando! El cura se ha puesto a doblar, ha esperado a ver los primeros rayos de sol.

En el sesenta y nueve Franco nombró a Juan Carlos sucesor del régimen. Muerto Franco es él el Rey que sustituye al Generalísimo. Es muy joven, tiene treinta y siete años. ¿Lo respetarán?

Por el bien de todos espero que el ejército sea fiel al nuevo Rey.

Hoy es uno de esos días que pasarán a la Historia, pero yo tengo que ir al corral a hacer de vientre, creo que me ha entrado descomposición...


domingo, 22 de octubre de 2017

Cataluña

Belles paraulas d’amor.
No sabien més, tenien quinze anys.


Palabras de amor…

Sencillas y tiernas.

Palabras de amor…

Belles paraulas d’amor. No sabien més, tenien quinze anys…
 
Estoy escuchando a Serrat cantando en catalán, así lo he puesto en YouTube. Necesito estar cerca de mi gente que vive allí, en Cataluña, en la Comunidad Autónoma de Cataluña, en la República de Cataluña.

¿Importa el nombre?

Importan las personas que allí residen. Importa la vida de las personas que viven en aquella región, en aquella comunidad autónoma, en aquella república, en aquella tierra…

Estamos oyendo cantos de sirena de los independentistas.

Estamos oyendo voces disonantes pidiendo que hablen las armas.

Estamos oyendo gritos pidiendo libertad.

Estamos oyendo súplicas exigiendo acciones para volver a la legalidad.

Estamos oyendo cantos, voces, gritos, súplicas…

En las redes sociales vemos a unos que se posicionan en un bando. Otros que se posicionan en el contrario. Pero, ¿vemos puentes de entendimiento?

Vemos enroques. Ataques por la diagonal. Los caballos amenazando al rey. Los alfiles intentando dominar el centro del tablero. Las torres atacando por las filas A y H. Vemos…

Vemos lo que vemos…

Quiero sentir lo que sienten mis compatriotas catalanes. Esa ansia de libertad. Esa ansia de ser independiente. Esa ansia de reafirmar su propia personalidad.

Ansias…

Yo soy de Castilla. Educado por padres castellanos que decidieron no emigrar. E intento ponerme en los zapatos de mis primos, cuyos padres, hermanos y primos de mis padres, decidieron buscar su futuro en aquella tierra lejana…

¿Qué nos diferencia?

¿Quizás un sentimiento de amor de quince años? Belles paraulas d’amor…
 
Algunos de los que allí residen se sienten como adolescentes rebeldes que no admiten la autoridad.

"Tenien quinze anys..."

Son como aquel adolescente que conocí, con deseos de libertad e independencia, de escaparse de casa. ¡Él, que gozaba de muchísima más libertad que el resto de sus queridos amigos!

¿Os acordáis? ¿Os acordáis de cuando erais adolescentes?

Sé que sí.
 
Seguro estoy que las ansias de libertad de un adolescente y de ruptura con todo lo establecido por las normas escritas y no escritas es, al menos, similar a los sentimientos que en Cataluña se están viviendo.

Pero resulta que tenemos unas leyes que cumplir…

Recuerdo cuando un día bajando hacia la Plaza de mu pueblo, pasando por la puerta de Pando, estando la pareja de la Guardia Civil en frente de la puerta del bar de Juanitillo, un grupo de amigos, yo entre ellos, nos pusimos a cantar aquello de “Mucha policía, poca diversión.”
 
Hoy, treinta y cinco años después, estoy seguro que todos aquellos rebeldes nos sentimos unidos a ese cuerpo de seguridad, a la Guardia Civil, porque velan por nuestra seguridad y por la de nuestros hijos.

¿Qué ha cambiado en esos treinta y cinco años? ¡Que ya no tenemos quince!
 
Cataluña, las personas que viven allí, la gente que respira ese aire cangado de humedad, está viviendo las sensaciones adolescentes que todos hemos sentido y me siento identificado con ellos.
 
Los adolescentes somos personas fáciles de manipular…

"Susana", cantada por el ídolo, Joan Manuel Serrar:  https://youtu.be/huhOindzyXc puede que refleje esa idea de manipulación.
 
Los ideales no dan la vida. Las ideas muestran el camino.

Las ideas no dan de comer. Las ideas señalan la vía seguir.

Pero… ¡Nunca dejes que nadie te imponga las ideas!

Tú, tristemente, solo eres dueño de lo que piensas, de tus ideas, ¡de nada más! ¡Que nadie te las robe o te las imponga!

El banco es dueño de tu casa. El jefe de tu puesto de trabajo. Tus circunstancias familiares son dueñas del tiempo que te sobra después de trabajar…

Reafirmo: Solo eres dueño de lo que piensas. ¡Que nadie piense por ti!
 



sábado, 30 de septiembre de 2017

Un parpadeo

Pasa el tiempo... Pasa la vida…
¡Vive tu tiempo! ¡Vive tu vida!


Está igual.

¿Igual?

¡Está mejor!

¿Qué ha sido de estos treinta años?

Mis recuerdos de ella son de ayer. ¿Ayer? No fue ayer… ¡Hace treinta años!

Su alegría no ha cambiado.

Su inseguridad se ha trocado en serenidad.

Sus ojos azules que ayer me miraban interpelantes hoy me miran compasivos.

¿Compasivos?

Sus ojos son el reflejo de mi alma.

Soy yo quien siente compasión. Compasión por estos treinta años que han pasado sin pasar. Compasión por ser lo que nunca quise ser. Compasión por conformarme con lo que me llegaba, sin luchar por lo que quería. Compasión…

Recuerdo el brillo azul de sus ojos cuando apareció en escena el madrileño. Recuerdo mis sentimientos cuando la veía con él. Duele con el dolor de la herida recién hecha. Duele como la punzante espada que se clava en mi pecho en el momento de perder el duelo. Duele con el dolor de la derrota…

Parece que fuera ayer cuando la hiel estallaba en mi boca inundando todas mis papilas. Siento aun el amargo sabor de sentirse apartado y de saber que no va a haber una segunda oportunidad. Que nunca podré besar esos labios jugosos. Que pude besarlos y no me atreví. Que mi oportunidad pasó y nunca volverá…

Hiel…

¿Dónde están estos treinta años?

¿Dónde?

Hace un momento me preparaba para salir con mis amigos, me miraba en el espejo atusando mi pelo, reparaba en el grano que me acababa de salir…

He parpadeado.

La imagen se ha mudado. Mi cara, antes fina y juvenil, ahora refleja los treinta kilos que he ganado.

Treinta años por treinta kilos. Treinta en un abrir y cerrar de ojos.

¿Qué ha sido de mí?

Ella está fabulosa. Tiene treinta años más que parece no han pasado por ella. Se mueve igual. Camina igual. Sonríe igual… Se la ve feliz.

Un parpadeo… Treinta años en un parpadeo.

Ahí estoy yo, en el reflejo del espejo, con los restos de la pasta de dientes aun en la comisura de mis labios. Patas de gallo en mis ojos. Canas en mi pelo. Y ese olor que ha quedado en el baño después de que mi mujer se haya puesto la mascarilla para dormir…

¿Si parpadeo volveré treinta años atrás?


sábado, 16 de septiembre de 2017

Me siento muy bien

¿Te sientes bien?
¿Qué es lo que tiene valor?


Me siento muy bien.

Hoy ha sido un día completo. Pleno. De esos en los que disfruto de verdad.

A medio día he ido con mi suegro a urgencias. He estado allí con él y mi suegra hasta casi las cuatro de la tarde, hasta cuando el doctor ha decidido qué pruebas le iba a realizar. Entonces me he ido a casa a comer.

No he obtenido nada para mí.

¡Pero me siento muy bien!

He comido, he descansado un poco y a las cinco he ido a casa de Virginia. Me ha dado la llave de su casa esta mañana. A esa hora tenía la visita del instalador de la fibra óptica para llegar a una velocidad de trescientas megas en su conexión de internet. A ella le ha surgido un imprevisto y no iba a llegar a casa hasta las seis. Mi hijo está con anginas, pero le he dicho que lo llevaría al médico a las seis, una vez volviera de casa de Virginia.

No he obtenido nada para mí.

¡Pero me siento muy bien!

Poco después de las seis he llegado a casa y me he ido con mi hijo al ambulatorio para que le mirasen las anginas. En la adolescencia es muy común esta dolencia. Lleva con el antibiótico cinco días y las sigue teniendo igual que el primer día; le duelen un montón. Han tardado en atendernos, pero la doctora que nos ha atendido ha sido muy amable. Le han puesto una inyección de penicilina, ha dicho la doctora que era lo mejor. El pobre ha aguantado las lágrimas hasta que hemos salido del centro médico, entonces ya no ha podido resistir más el dolor de la inyección y se ha puesto a llorar. Casi no podía caminar. Se me rompía el alma. Yo solo le decía que era necesario para mejorar, que lo iba a notar enseguida, que vería como merecía la pena el dolor.

No he obtenido nada para mí.

¡Pero me siento muy bien!

De camino a casa he llamado a mi suegra desde el manos libres del coche y me ha dicho que le estaban preparando el informe de alta a mi suegro para irse a casa. He llegado a casa pasadas las siete y media para dejar a mi hijo y he vuelto al hospital a recoger a mis suegros. A las ocho y media los he dejado en su casa y me he venido para la mía.

No he obtenido nada para mí.

¡Pero me siento muy bien!

Mi hija esta noche quería ver la película de “Doraemon”. Le encanta esa serie y la película de esta noche no la había visto. La he estado viendo con ella. Ella sentada encima de mí, los dos en el sillón. Ha sido una película sobre valores. Sobre la competitividad aplastante de los malos. Sobre los sentimientos de ayuda y solidaridad de los buenos. Dibujos animados para niños de menos de diez años muy educativos.

No he obtenido nada para mí.

¡Pero me siento muy bien!

Ahora estoy durmiéndola. Me ha pedido que le dé mimitos para que se duerma antes. Me encanta tumbarme con ella y ponerle las manos encima para transmitirle energía vital. Ella lo llama mimitos. Yo sé que es mucho más que eso. Es Energía Universal.

No estoy obteniendo nada para mí.

Como durante el resto del día.

¡Pero me siento muy bien!

Esta mañana, en el trabajo, he pactado la rehabilitación social para una familia y he contactado con otras tres para estudiar su caso. Ellos se liberan de las cargas y vuelven al mundo normal. Yo no obtengo nada para mí; bueno, sí, mi salario, pero lo obtendría igual en otro puesto. Éste es muy duro, me encuentro con un mundo de penalidades y sufrimientos que busco eliminar. Muchos, casi todos, aunque pagan un precio muy alto, me dan las gracias.

No obtengo nada para mí.

¡Pero me siento muy bien!

En esta vida no voy buscando el beneficio o el aprovecharme de los de mi entorno.

Me gusta más dar que pedir. De hecho pido poco.

Por eso quizás, cuando alguien de mi entorno no me da algo que a él no le costaría nada, me revelo y lo rechazo hasta el punto de borrarlo de mi lista de personas próximas. Si lo mantengo seguirá recibiendo de mí y no lo merece.

Pero no he de acordarme de los indeseables. Ya están borrados de mi lista y es como si no existieran. En mi mundo solo debe haber personas buenas.

Hoy ha sido un gran día.

He hecho lo que más me gusta: ¡ayudar!

No obtengo nada para mí. Aparentemente no obtengo nada para mí.

Pero siento que recibo más de lo que doy. 

¡Me siento muy bien!


viernes, 18 de agosto de 2017

Don Caradura

Quien no sabe pedir
no sabe vivir.



Dieciocho de agosto. En quince días me voy al pueblo.

Ya no habrá mucha gente, pero aun quedará el fin de semana de la romería y de la feria con los toros.

Tengo que llamar a Bécquer para pedirle la casa. Yo creo que no he hablado con él desde la fiesta del Cristo, pero es que no lo soporto.

Tendré que hacerme el simpático aunque no me salga de dentro. No me apetece nada, me da mucha pereza.

No es santo de mi devoción, pero como no tengo casa me tengo que buscar la vida para poder ir al pueblo y éste con poco que le diga seguro que me la deja, como todos los años.

La verdad es que sale bien tener un amigo así. Hace todo lo que le solicito y me pide poco, y a lo poco que me pide intento escaquearme para no hacérselo.

No es muy listo, no. Así no se puede ir por la vida, si haces todo lo que te piden consigues que se aprovechen de ti. Favores hay que hacer los justos, que aunque creas que no te perjudicas siempre que haces uno sales perdiendo.

Por eso cuando Bécquer me pide algún favor eludo hacérselo. Se lo hago cuando ya no tengo más remedio, cuando tengo que pedirle yo alguna cosa; así evito que me diga que no, no vaya a ser que aprenda y empiece a negarme cosas que necesito, como su casa en el pueblo, que si no me la deja no me puedo pasar los quince días de vacaciones allí.

Este fin de semana tengo que llamarlo y tratarlo de amigo. La táctica es la de siempre, yo no sé cómo no se da cuenta de que lo único que me une a él es lo que de él obtengo. Si no fuera por su casa… ¡Ni lo saludaría! Pero merece la pena hacer el sacrificio y tener casa gratis para mí y mi familia en el pueblo. ¡Sale a buen precio!

Siempre le digo lo mismo: “Si te tengo que dar algo por los quince días dímelo.” Siempre contesta lo mismo: “¿Qué te voy a pedir a ti? Con que me la dejes limpia cuando te vayas es suficiente.” ¡Conmovedor!

Recuerdo que un año, cuando le dije que si le tenía que dar algo, me dijo que le llevase una ensaimada, que hacía mucho que no la comía y que las de aquí son las mejores. Ese año se me olvidó llevársela. ¡Que cabeza la mía! No notó mi ironía cuando le dije que me la había dejado en casa, encima de la mesa de la cocina, que con las prisas para ir al aeropuerto se me había olvidado. ¡Vergonzoso! No se puede ser más tonto, yo creo que se lo hace…

Voy a poner una nota en el frigorífico para llamarlo mañana, el día uno quiero estar allí y cuanto antes se lo diga mejor, no vaya a ser que piense quedarse más este año. Me gusta que mi familia y yo estemos solos en su casa y cuanto antes se lo diga mejor, para que vaya organizándose y se vaya antes del treinta y uno.




domingo, 6 de agosto de 2017

La mirada al horizonte

La luna y tu destino comparten
tu mirada al horizonte.


Ya se empieza a ver. El orto lunar coincide con el ocaso solar. Hay luna llena.

Su silueta anaranjada va apareciendo por el horizonte. Enorme.

La dama de la noche se presenta gigantesca.

Como nuestros sueños.

Como nuestros objetivos, anhelos y deseos.

Perseguimos nuestros sueños atisbándolos en el horizonte, magnificados. Como a la luna.

¿Será eso lo que le pasó?

Se imaginó como sería su vida sin mí. Probó y experimentó a hurtadillas como sería esa nueva vida plena de deseo y lujuria.

Vislumbró en el horizonte su destino, su aparente grandioso destino.

Pero no se dio cuenta del espejismo. Pensó que esa nueva realidad, una vez en ella, sería tan maravillosa, tan estupenda, tan grandiosa como la adivinaba en el horizonte.

Ilusión. Solo tuvo una ilusión. Como lo es el tamaño de la luna cuando aparece por oriente.

Y la realidad, la curiosa realidad, es que el mayor tamaño de la luna en el horizonte es producto de nuestro cerebro, de nuestra interpretación de la realidad, de cómo creemos que son las cosas cuando las miramos.

Cómo nuestras quimeras. Cómo su quimera.

A la luna no la agranda la atmósfera, la agranda nuestro cerebro, que interpreta como más grande algo situado en el horizonte que situado en el cenit. La luna la puedo medir con mi dedo y veré que mide lo mismo cuando está saliendo, anaranjada, que cuando está encima de mí, brillante.

Fue lo que le ocurrió. Extrapoló al todo la pequeña parte que había experimentado furtivamente,  sin darse cuenta que las relaciones con determinadas personas con las que nos cruzamos en la vida son como los alucinógenos, que probados en pequeñas cantidades pueden llevarte al éxtasis  pero en grandes cantidades pueden matarte.

Pero en su ilusión vio su nueva vida, allá en el horizonte, magnífica, fastuosa, radiante…

Y una vez se ha zambullido en ella, en su nueva realidad, ha descubierto su delirio.

Pero en la travesía a su entelequia quemó las naves y no es posible el retorno.

Ahora, con la ropa empapada y la mente despejada por el frío de su existencia, mira a occidente, de donde partió, y, viéndolo también magnificado, se arrepiente de su decisión, de su irrevocable decisión.

Vive en tu luna. Yo prefiero mi tierra. 


jueves, 27 de julio de 2017

Colorante E-120

¿Has probado a comer insectos?
Los has comido, pero no lo sabes.


“Papá, ¿qué es colorante natural E-120?”

Esa ha sido la pregunta.

Siempre contesto a las preguntas de mi hijo de forma veraz, dándole la máxima información. Lo hago usando palabras que él entienda, sin tecnicismos, pero siempre procuro que le quede clara mi respuesta.

Posiblemente esté entre el  0,001% de los niños de su edad que más sabe sobre la teoría de la relatividad, entrelazamientos cuánticos, estructura atómica, campos electromagnéticos… Son campos que a mí me apasionan y siempre procuro contestar a sus preguntas sobre esos temas facilitándole al máximo lo que yo sé de ellos.

Pero ¿el colorante E-120?

Estábamos preparando macarrones con carne picada. Tenía el envase de carne picada y él se había puesto a leer los ingredientes: Carne de pavo y pollo (52%), agua, carne de cerdo (5%), proteína de soja, arroz (4%), sal, almidón, especias, aromas, antioxidantes (e-301), conservador (sulfito sódico, e-262) y colorante natural (e-120).

Al terminar de leer todos me ha preguntado por el último que ha leído en la etiqueta.

Le he dicho que es un producto que se usa para dar color a la carne. Es una respuesta obvia, que disimulaba el poco conocimiento que tenía sobre la sustancia en cuestión.

Pero él no se ha quedado conforme y ha vuelo a la carga con otra pregunta: “¿Y de qué está hecho?”

¡Ah! ¿Y de que se obtiene el E-120?

No tenía ni idea, por lo que, siguiendo con mi línea de facilitarle siempre una información veraz a todas sus preguntas, no me he inventado nada y le he contestado: “Vamos preparar los macarrones y después lo busco en internet.”

Y lo he buscado. Y lo he encontrado.

¡Hembras de cochinilla! ¡Está hecho de hembras de cochinilla! Un insecto originario de México que parasita las chumberas.

Es decir, ¡que estamos comiendo insectos!

La hembra de la cochinilla triturada, aplastada, convertida en polvo, se usa para conferir el color rojo a la carne picada, las salchichas, los batidos de fresa, los yogures de fresa, los danoninos…

Se usa también en cosmética, sobre todo en coloretes y pintalabios.

La hembra de la cochinilla es la responsable del rojo carmín, por eso en algunos productos alimenticios en vez de poner entre los ingredientes “colorante E-120” ponen “carmines”, puede que los responsables de imagen de algunas marcas encuentres ese nombre más atractivo.

¡El poder de la cochinilla!

España mantuvo el monopolio del comercio del rojo polvo obtenido de la cochinilla desde el siglo XVI (1523) hasta principios del siglo XIX. Usado por la industria textil para conferir a las ese color rojo tan característico.

La cochinilla se producía en Oaxaca, al sur de Nueva España. Cuando la independencia de México se vio imparable se trasladó la producción a Canarias.

Durante siglos, en el resto de Europa no conocían su origen, que los españoles guardábamos con celo. Pensaban nuestros enemigos que lo obteníamos de una planta o semilla y estaban como locos por descubrir de cual. ¡Guardamos el secreto cientos de años!

Así que nuestra dieta incluye de todo. ¡Hasta insectos como las cochinillas!


viernes, 30 de junio de 2017

Siete gatos y su madre


Lo que no vemos
También existe.


Dicen que los beduinos siempre llevan gatos y perros en su tribu mientras deambulan por el desierto, de oasis en oasis, con su ganado.

Dicen que cuando toca acampar, se paran y dejan que los gatos y los perros busquen su lugar de descanso.

Dicen que para montar su tienda siempre eligen el lugar donde los perros se tumban a descansar. Éstos buscan los lugares con poca actividad energética.

Dicen que los beduinos nunca montan su tienda en el lugar elegido por los gatos. Dicen que los gatos son nuestros guardianes del mundo energético, que buscan los lugares por los que la energía fluye para absorberla  y protegernos de ella.

El Doctor Who nos habla de “las grietas del tiempo”. Lugares por los que fluye la energía para cambiar el presente y modificar el futuro. Cuando las grietas aumentan se crean inestabilidades temporales que no pueden ser modificadas por la acción humana. Suceden cosas que sucederán sí o sí, que un viajero del tiempo no podrá cambiar.

Los gatos buscan esos lugares en los que las grietas del tiempo emiten energía que modifica el futuro  de forma irremisible. Los gatos nos protegen de esa energía indómita y se alimentan de ella. Los beduinos lo saben bien.

En mi jardín esta primavera han nacido siete gatos.

En mi vida desde primeros de febrero están ocurriendo cambios inesperados.

¿Tendrán relación?

Paralelamente recibo lecciones de la vida que provocan que se reescriban todos mis recuerdos con una visión diferente, en la que los villanos quedan desenmascarados.

Y cambios y cambios… Unos mayores, otros menores... para llenar varias páginas.

Hoy la gata se ha llevado a seis de sus siete crías. Ha dejado una gatilla mansa y preciosa. La he cogido y parece que ha estado conmigo desde que nació. Sé que su madre volverá a por ella.

¿Se estarán cerrando las grietas del tiempo? ¿O estarán aumentando tanto que ya ni los gatos pueden soportarlas?

Dejemos al tiempo transcurrir, nos revelará lo que no vemos. ¡No te quepa la menor duda!






viernes, 19 de mayo de 2017

Doscientos veintidós

Aunque ya no estés conmigo
tu recuerdo sí lo está.

Dos semanas.

Ya hace dos semanas que nos separamos.

Después de dieciocho años y medio juntos hemos llegado al final.

En estos últimos tres años hemos tenido varias crisis. Hace dos años y medio todo estuvo a punto de terminar, pero lo superamos.

Ahora no ha sido posible.

Recuerdo los momentos que hemos vivido.

Las muchas horas juntos.

Nuestros viajes.

Nuestro ir y venir a Talavera de la Reina. Los catorce meses yendo a Villalba de la Sierra, con la carretera helada…

Valencia, Madrid, Murcia, Almería, Teruel, Zaragoza… Y tantas ciudades a dónde me has llevado.

Lourdes y Fátima. Lugares santos que he visitado contigo.

Ciento noventa mil kilómetros en dieciocho años y medio. ¡Doscientos veintidós meses!

Pero todo tiene su final y lo nuestro tenía que terminar.

Hoy te he visto. Brillante. Con la placa de matrícula delantera cambiada. La E ya era E y no F. ¡Estabas precioso!

No sé con quién te irás, quien te conducirá… Pero tu recuerdo perdurará. Tus prestaciones, tu aceleración. Tu respuesta en las situaciones difíciles… ¡Te estoy tan agradecido!

Solo te deseo una nueva vida tranquila, que te cuiden, que te mimen como yo te he mimado…

Siempre estarás en mi recuerdo. En nuestro recuerdo. Mis hijos solo han tenido un coche: Tú, el coche azul. Nuestro coche hasta hace quince días.


¡Siempre serás nuestro coche azul!


domingo, 9 de abril de 2017

Casi 18000

Diecisiete mil novecientos noventa días.

Desde que nací.

Casi dieciocho mil.

Cuarenta y nueve años, tres meses y dos días.

Y da la impresión que la vida, simplemente, es una rueda que rueda y rueda sin parar.

Cuando mis padres tenían mi edad, yo tenía doce o trece años. Recuerdo su vida entonces. Recuerdo lo que sentían. Recuerdo su relación…

El destino hizo que cuando mis padres tenían cincuenta y cincuenta y un años (cincuenta mi madre y cincuenta y uno mi padre), yo tuve que salir de mi pueblo y de mi hogar a estudiar. Un día de primeros de octubre subí al camión de mi padre y en él me llevó a Cheste. Ese día todo terminó. Desde ese día  mis recuerdos familiares se reducen a unos días en Navidad, unos días en Semana Santa y el verano.

Por todo ello, hoy, estando cerca de la edad que tenían mis padres cuando emigré, vivo con nostalgia el recuerdo que tengo de cuando ellos tenían mi edad.

Dentro de poco, de muy poco tiempo, me quedaré sin su recuerdo de cuando ellos tenían mi edad. Sobrepasaré los 50 años de mi madre y los 51 de mi padre y me quedaré sin referencias de quienes eran ellos cuando tenían mi edad.

La sensación me produce cierto vértigo.

Hasta hoy mi vida la he ido comparando con la de mis padres. Su vida ha sido para mí una referencia. La menopausia de mi madre, sus ahogos,  sus depresiones puntuales, su desesperación, sus risas, su llanto, su dedicación a sus hijos, su trabajo en el negocio familiar…

Mi padre siempre fuera. Levantándose muy temprano. Llegando a casa y yéndose a dormir. Su no entender a mi madre. Su dedicación al trabajo para obtener recursos con los que pagar los estudios de sus hijos.

La vida ha sido esa rueda que rueda y rueda sin parar y va repitiendo la posición de sus radios como nosotros vamos repitiendo los actos.

Pero dentro de muy poco sobrepasaré la edad que ellos tenían cuando me fui y me quedaré sin su referencia.

Será una segunda metamorfosis. La primera hace 35 años con mi salida de casa para vivir a doscientos cincuenta kilómetros y estar solo. Esta segunda será por la pérdida de referencias aplicadas a mi vida actual.

¿Qué les pasó a mis padres? ¿Qué me pasará a mí? ¿Cómo devendrá el futuro?

Hoy, mi mujer y yo tenemos la misma edad que tenían mis padres cuando yo volé del nido. Comparo nuestra relación con mis recuerdos y encuentro paralelismos que me ayudan a decidir. Dentro de muy poco no tendré referencias.

Casi  dieciocho mil días vividos y tengo la sensación de que me faltan recuerdos, de que el destino me ha robado lo que era mío. La convivencia con mis padres, sentir sus emociones, sentir sus anhelos, sentir su preocupaciones, sentir sus alegrías…

Me siento huérfano de recuerdos.

Me siento huérfano.

El destino rueda. A la rueda del destino le toca apoyar los mismos radios que apoyó hace treinta y cinco años. Yo me quedo sin referencias, a ciegas, solo dependiendo de mí mismo, como ocurrió antaño.

Siento vértigo. No tengo referencias. Estoy perdido.



sábado, 25 de marzo de 2017

¿A quién debo fidelidad?

¿A quién debo fidelidad?
¡Solo a mí!


Las cinco. Como todas las noches. Duermo cuatro horas y me desvelo.

Mi mujer dice que es el estrés el que no me deja dormir. Al menos a ella le dejo dormir desde que decidí dormir en otra habitación. Así no le hago pasar malas noches.

Y hoy me toca “donde dije digo, digo Diego”. ¡Una vez más!

Pero claro, si quiero seguir en el puesto y prosperar más, no me queda más remedio que acatar las órdenes, a sabiendas de que no es bueno para los que me votaron.

Hoy toca defender lo indefendible. Desdecirme de lo que dije, y decir que lo que dije no lo dije, que dije otra cosa diferente, que lo que se ha publicado está sacado de contexto… ¡Qué asco!

Pero esto es la política…

Los intereses del partido están por encima de todo. Ellos me han puesto donde estoy y debo acatar las órdenes. Yo no puedo pensar por mí mismo, yo no puedo defender a los que votaron, yo no puedo contradecir a mi partido; si mi partido decide hacer lo que sea en mi tierra o dejar de hacerlo, yo, aunque vea que es malo para mis votantes, he de defender la decisión del partido.

Todo por seguir donde estoy, con el cargo y el poder que tengo, aunque solo sea de cara a la galería, porque quien verdaderamente tiene el poder no soy yo...

A cambio yo he de hacer lo que dicen y, además, pagar las correspondientes cuotas mensuales… Recuerdo la primera vez que me lo explicaron: “Los que tienen tu puesto es costumbre que donen un diez por ciento del salario bruto al partido”. Y todos los meses a pagar…

¿La gente no se dará cuenta de que todo esto es un engaño?

El único que se ha atrevido a decir lo que verdaderamente pasa es Donald. No ha engañado a nadie. Se ha presentado tal y como es. Recuerdo su frase: “Aunque me pusiera a disparar en la Quinta Avenida me votarían”. ¡Y qué razón llevaba!

Engañamos a la gente. Nos contradecimos a nosotros mismos. Lo que hoy decimos que es bueno mañana es malo. Tergiversamos. Adulteramos la realidad. Escondemos datos, nos inventamos otros.

¿Y todo por qué?

Yo lo tengo claro. Ver a la gente como me lame el culo me pone. Ver como limpian mis zapatos con su lengua me pone. Tener dos secretarias me pone. Que piensen que puedo tirarme a mis secretarias me pone. Hacer ostentación de poder me pone.

Después la realidad es otra. Solo soy una marioneta en manos de unas perversas manos. Me siento, todos los días, peor que los lameculos que me visitan a diario. Mi esfínter es el más dilatado…

No aguanto más en la cama. Desayuno y preparo la mañana. Hoy toca cara de póker.




miércoles, 8 de marzo de 2017

Carta de una viuda

Mucho hemos avanzado
y mucho nos queda por avanzar.


8 de marzo de 1903.


Querido padre:

Ayer de nuevo vino el casero a cobrar el alquiler y me volvió a decir que debo dejar la casa.

Repitió lo mismo que me dijo el mes pasado, que ha dejado que pase el luto, como es la costumbre, pero que ya no puede dejarme vivir más en la casa si no se rehace el contrato.

Sé que lo que busca es que me case con él. Ha dejado pasar el año en el que no puedo volver a casarme, como marca la ley, y ahora intenta obligarme a casarme con él rehaciendo el contrato.

Que una mujer viuda y joven reciba la visita en su casa todos los meses de un hombre, aunque éste venga a cobrar el alquiler, sabe usted que no está bien considerado.

Tengo solo dos salidas: casarme o irme con usted al pueblo.

Si me caso perderé la patria potestad y tendré que estar sometida a la voluntad de mi nuevo marido; además, la vida de mi chica no va a ser la que a mí me gustaría. Va a cumplir ocho años y ya sabemos todos lo que algunos padrastros pueden llegar a hacer. Yo perdería todo y mi hija y mi hijo puede que también.

Ya hace catorce meses que mi marido, que en paz descanse, murió. Era un buen hombre, me trataba de igual a igual, no como otros tratan a sus mujeres, que las tratan como si fueran su posesión.

Desde que murió hemos vivido con lo que yo he ganado trabajando en el campo. Hambre no hemos pasado ni pasaremos mientras yo tenga manos para trabajar.

Tengo ahorros para comprar casa y me gustaría comprarla en mi pueblo, por eso me dirijo a usted, para que me deje volver al pueblo a la casa de usted. Solo viviremos con usted durante el tiempo necesario para encontrar casa. Yo trabajaré con las ovejas y en los jornales que salgan. La chica puede ayudar en la casa y en los corrales. El chico es pequeño, pero listo como él solo y puede ayudarle a usted en lo que necesite. Mientras vivamos con usted nos ganaremos lo que comamos.

Cuando encuentre casa quisiera comprarla. Es posible que sea necesario que sea usted quien cierre el trato, ya sabe que los hombres rehúyen hacer tratos con las mujeres, aunque tengamos nuestra propia tutela. Los hombres nos ven como personas de segunda.

Los cuartos necesarios los pondré yo, usted no tiene que poner nada, pero le pido que me apoye en esta decisión. No quiero conocer más hombre ni perder mi libertad. El recuerdo de mi difunto marido no quiero que lo enturbie nadie.

Padre, necesito su ayuda, su hija y sus nietos merecen vivir con dignidad.

Puede mandarme recado con Deogracias, el hermano de mi marido, igual que lo era él, es buena persona y él y su mujer se están portando muy bien con nosotros.

Su hija.


jueves, 2 de marzo de 2017

Hay castigo

Si conocen su castigo
no cometerán el delito.


¡Las doce!

Se fue a las ocho a ver el fútbol en el bar… ¡Y son las doce!

Hoy me toca infierno.

Va a llegar borracho, como siempre, y pagaré yo el que su equipo no haya ganado.

¡Dios mío…!

¿Qué puedo hacer?

¿Qué tortura nueva se le ocurrirá hoy?

La última vez me arrastró del pelo por el pasillo… Entre dientes me decía: “¡Si gritas os mato a los tres!”

Mis angelitos estaban dormidos… Hoy también lo están, desde las diez.

No puedo permitir que vean cómo me amenaza y me pega. Si se despertaran y saliesen de su habitación la emprendería contra ellos. ¡Y eso nunca!

Me duele la mandíbula, me voy a destrozar las muelas de tanto apretarlas. Los dientes ya se ha encargado él de rompérmelos…

Me sudan las manos, noto como me tiembla todo el cuerpo… ¡Dios mío! ¿Por qué?

¿Por qué a mí?

Siempre empieza diciendo lo mismo: “¿Sabes dónde están los que han matado a las putas de sus mujeres? ¡En el bar festejándolo! ¡A ninguno le pasa nada! ¡Ninguno va a la cárcel! ¿Has visto tú que digan en la tele que alguno ha ido a la cárcel?”

Siempre dice lo mismo… Y cuando acaba de decirlo recibo el primer golpe…

Estoy empapada en sudor. Sé lo que me espera esta noche. Ha jurado que si lo denuncio me matará a mí y a mis hijos. ¡Está tan seguro de que no le va a pasar nada…!

Pero esto tiene que acabar. ¡Sí hay condena para los monstruos! Pero lo mediático es sacar a las mujeres muertas por estos desechos de personas. ¡Venden morbo y sufrimiento! Que un malnacido haya sido condenado a pasar el resto de sus días en la cárcel no les da audiencia ni ventas y por lo tanto no les da beneficios. ¡Se lucran de nuestro sufrimiento!

¿Los políticos quieren parar esta lacra? ¡Pues que obliguen a los medios de comunicación a publicar las penas por maltrato y asesinato!

Hoy no voy a permitir que me amenace, ni que me humille, ni que me pegue, ni que me torture…

Voy a pedir ayuda ahora mismo, antes de que el monstruo llegue… ¡Voy a llamar al 016!



jueves, 9 de febrero de 2017

Vivir en el recuerdo

Mientras el recuerdo existe
el recordado no muere.


Este mozalbete me ha hecho recordar… Los críos tienen unas cosas…

Le gusta preguntar por cómo eran las cosas cuando yo tenía su edad. Sólo tiene siete años y es un preguntón.

Hoy ha hecho frío, solo se nota calor aquí cerca de la lumbre. No la quiero atizar mucho, la mujer tiene puesto el puchero y no le gusta que se haga con mucho calor.

Me he reído a carcajadas cuando me ha preguntado que si cuando yo tenía su edad e iba a la escuela cantaba también el Cara al Sol. Me ha renegado por reírme: “No te rías, abuelo, que todas las mañanas lo cantamos en la escuela. Tú también lo cantabas, ¿verdad?”.

El Cara al Sol… Hacerles a los críos cantarlo en la escuela… No sé cuánto durará el Cara al Sol en las escuelas, la radio ha dicho hoy que el marqués de Villaverde ha informado que el estado de salud del Generalísimo se ha agravado.

El mocete no se creía que yo no cantase al Cara al Sol en la escuela. Le he tenido que explicar que cuando yo tenía su edad Franco aún no había hecho ni la mili.

Su pregunta me ha traído recuerdos de mi niñez. De la mudanza al pueblo, a la casa de mi abuelo, cuando murió mi padre. De cómo lloraba mi madre cuando mi padre se murió. De la pena que teníamos los tres, mi madre mi hermana y yo. De lo bien que se portaba mi abuelo cuando vivíamos con él. Yo tenía cuatro años y me acuerdo como si fuera ahora mismo. 

Me ha traído recuerdos de las escuelas, del frío que hacía dentro, de Don Constantino… Un maestro al que el pueblo tuvo en muy alta consideración, en su honor le cambiaron el nombre a la calle de la Compañía por el suyo: Constantino Alhambra.

Recuerdo cómo mantenía la disciplina. Si alguno se ponía terco y no atendía o daba guerra, no le valía salir corriendo, le tiraba lo primero que pillaba y si pillaba una cepa de la estufa la lanzaba con una mala leche… ¡Vaya puntería tenía!

Recuerdos…

Yo también voy ya delantero. Con mi edad en cualquier momento me llamará Jesús. Me siento preparado, no temo a la muerte, Jesús ha estado siempre conmigo y sé que lo estará también en el último momento. Pero, cuándo yo muera, ¿quién recordará a mi padre?

Mi hermana, que en paz descanse, ya no está. Ella tenía más recuerdos de mi padre que yo, era más vieja, yo lo recuerdo vagamente, era muy pequeño cuando se murió, pero él ha seguido vivo en mi memoria. Cuándo yo falte morirá del todo.

Lo mismo le pasará a Don Constantino. Será recordado, y por ello aun vivirá, mientras vivamos los que fuimos con él a la escuela. El hecho de tener una calle con su nombre hará que haya gente del pueblo, que aunque no llegara a conocerlo, se acuerde que fue un maestro ilustre, pero llegará un momento en el que nadie se acordará de quien fue, solo quedará el nombre de la calle.

Yo espero vivir también en la memoria de los míos. En enero hará setenta y tres años que se murió mi padre, setenta y tres años que ha seguido vivo en mi memoria. Espero que mi nieto me tenga en su recuerdo mientras él viva. Éste es el segundo más joven, pero se llama igual que yo y sé que me recordará, me lo dice el corazón.

Voy a échame un Ideales al corral, que si me lo fumo aquí la mujer se va a enfadar.

¿Dónde irán los recuerdos cuando morimos?



martes, 31 de enero de 2017

Metamorfosis hormonal

Los reajustes hormonales
no solo los sufre ella.


Hoy completo una semana durmiendo en cama. Siete días seguidos. Hacía ya años que no dormía tantas noches seguidas en una cama.

Hoy es el séptimo día que escribo en este diario. Encontré la recomendación en una página de internet: “Si vives solo, para esquivar la soledad, escribe en un diario. El mejor momento es poco antes de irte a la cama. Te hará reencontrarte contigo mismo y no sentirás tanto la soledad de la noche.”

Hoy hace una semana que me fui de casa. Durante los últimos cinco años la relación con ella cada día se deterioraba más, hasta llegar al punto en el que la convivencia ya no es posible.

Recuerdo que el primer día que dormí en el garaje fue un viernes, el día de San Blas. Ese día, tan importante para mí, discutimos después de comer. No recuerdo el motivo, seguramente fue por cualquier nimiedad, pero ni ella ni yo dimos marcha atrás. El día terminó con otra fuerte discusión después de acostar a los niños y yo opté por dormir esa noche en el coche para evitar seguir discutiendo. Puse tierra de por medio. Fue mi primera noche pasada en el coche. Hace ya cinco años. No imaginaba entonces cuantas más iba a pasar en ese asiento…

Ella empezó a estar cada vez más nerviosa a partir de cumplir los cuarenta años. Ese día de San Blas ya tenía cuarenta y uno cumplidos, los cumple en diciembre. Su carácter se fue tornando cada vez más agrio, más irascible, más colérico… De un grano de arena terminaba haciendo un castillo, argumentarle era misión imposible. La única opción que me quedaba era dar media vuelta y desaparecer.

Y así fue pasando el tiempo. Ella cada vez se sentía peor. Se sentía infravalorada en el trabajo, en la casa, en su familia, en el amor…

Hace unos dos años visitó a su médico de cabecera. No dormía bien por las noches. Se acostaba tarde, se levantaba temprano y se despertaba varias veces en la noche. Le dijo que su situación se debía a la edad, que era el comienzo de la menopausia, que dada su edad tendría cada vez más síntomas: tendría cambios repentinos de humor, estaría irascible… Le recetó unas pastillas para dormir. ¿Y para el día?

Para el día no le dio nada. Solo le recetó paciencia. ¿Paciencia? Ella cada vez iba tenido menos, hasta que la perdió. La mía también se fue agotando. Ver como la mujer que amaba se convertía en lo que se estaba convirtiendo me desgarraba el alma. Ver como cada día su metamorfosis de hada luminosa a bruja oscura avanzaba con paso firme me rompía el corazón.

En el trabajo fue buscando hacerse con puestos que le reportaran satisfacción, que le hicieran sentirse realizada.

Con su familia fue rompiendo los maravillosos lazos que la unían y se fue separando de ellos argumentando que nunca habían pensado en ella y que la única que los había ayudado había sido ella, que todos eran lo que eran gracias a ella.

En casa todos intentábamos no provocarla. No hacíamos  nada que ella no hubiese aprobado. Sólo hacíamos las cosas que ella dictaba, pero había situaciones infumables y la chispa siempre saltaba, provocando un incendio de dimensiones impredecibles.

¿Y en el amor? Yo era “ese que la había utilizado para vivir mejor” como ella me decía. Cada vez se fue alejando más de mí y acercándose a otros que ella creía eran más merecedores de su compañía. Un compañero de trabajo suyo era su preferido. Siempre me comparaba con él: Él era más caballeroso, él era más capaz, él era más sufrido… Él había vivido unas circunstancias que si me hubieran tocado a mí hubiera sido el más desgraciado del mundo”.

Finalmente después de estas navidades todo se precipitó. Una bronca más, una discusión a cara de perro más… fue el primer fin de semana después de las vacaciones navideñas. Todo terminó con un “¡No te quiero en mi casa!” por parte de ella. Me fui y dormí en el coche como en otras ocasiones.

La semana siguiente me planteé tomar otro rumbo. Decidí que sería mejor que me fuera de casa. Ella me animó a hacerlo.

Hoy van siete días seguidos de paz, siete días seguidos sin discutir, siete días seguidos durmiendo en una cama…

Ella está cambiando, en plena metamorfosis por su menopausia, pero quien paga las consecuencias y debe cambiar de vida soy yo.

¿Es justo?